Las últimas detenciones en la frontera, el conocimiento que
la seguridad nacional marroquí y los cuerpos y fuerzas de
seguridad españoles sobre los movimientos de quienes
interactúan con aquellos que se significan como puristas y
seguidores de un rigorismo islámica nunca antes conocido en
Ceuta, está provocando que las maquinillas de afeitar sean
un bien apreciado en estos momentos por quienes pretenden
desde ya pasar desapercibidos en Ceuta, ciudad controlada.
Marruecos no ha cerrado, ni mucho menos, la operación
antiterrorista que lleva a cabo y que ha culminado -de
momento- con cinco detenciones comunicadas oficialmente y
cuyos individuos contaban con estructura y refugio en la
ciudad autónoma desde donde operaban ‘negocios’ colaterales
con los que sustanciar económicamente células islamistas.
Así al menos es como se cuenta desde el otro lado de la
frontera.
Aquí en este lado español de la frontera del Tarajal las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado trabajan y no
descansan nunca. Guardia Civil con sus especiales relaciones
con la DST marroquí y el Cuerpo Nacional de Policía,
conforman un todo cuando la ocasión lo requiere (aunque no
siempre). En la ciudad autónoma se sigue con especial
atención los movimientos de los que son seguidos y buscados
en Marruecos. Pero en España la religión no es una causa de
persecución, aunque sí de atención (según qué tipo y
atendiendo a la actual coyuntura internacional). Las
operaciones de narcotráfico o de robo de vehículos se
investigan y se atacan pero no tienen por qué estar
relacionadas con los islamistas y sí al mantenimiento de una
forma de vida cuando también lo narco se halla en crisis
(por el marcaje policial).
Pero sin duda, la presencia cada vez más numerosa de
‘iluminados’ -aquellos que han visto la luz- adoptando
vestimenta y acudiendo a los estereotipos de un Islam no
autóctono, viene llamando la atención y es la causa de
preocupación, por no decir, críticas (en el orden político
bilateral) procedentes del vecino Marruecos.
La incesante actuación marroquí contra lo integrista radical
(fomentado fundamentalmente desde los atentados de
Casablanca y con ocasión de los de Madrid, cuyos autores se
criaron en Tetuan), no se ve frenada por causa de una
frontera física en el Tarajal. Los operativos de seguridad
marroquíes actúan en Ceuta como asimismo (sobre todo la
Guardia Civil) las fuerzas y cuerpos de seguridad españoles
se internan extraoficialmente en Marruecos. Hay
colaboración.
Los golpes dados en Marruecos contra lo islamista y sus
actividades paralelas como el narcotráfico, la inmigración
clandestina o el robo de vehículos son vistas por los
actores de Ceuta con temor, el que no tenían hace sólo unos
meses cuando los ‘barbas’ (como así llaman a los
considerados radicales) se hacían notar en la ciudad
autónoma alardeando de construir asociaciones piadosas.
Desde las últimas detenciones en el mes de abril y el
conocimiento que se tiene en la ciudad de la busca y captura
de muchos de ellos, está provocando un cambio de look
manifiesto entre quienes hasta hace poco presumían de
‘pureza’. Las maquinillas de afeitar están siendo un bien de
consumo ampliamente utilizado. La clara percepción de que
Ceuta es una ciudad controlada hace bueno el refrán de que
“cuando las barbas del vecino veas cortar, pon las tuyas a
remojar”
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