Desde principios de su noviazgo, esa etapa romántica en la
que las parejas sueñan y viven por la otra persona, ella
comenzaba a padecer los primeros síntomas de malos tratos.
Justamente una semana antes de su boda, llegaba la primera
bofetada pero las lamentaciones y el arrepentimiento de su
pareja la hicieron olvidar un episodio que creía poder
olvidar. “Intenté no casarme porque sabía que era un error
pero mis padres me convencieron diciéndome que él
cambiaría”, explicaba Rahama Abdeselam, la segunda mujer
ceutí a la que han retirado la custodia de sus hijas tras
pasar por el divorcio y falsas denuncias de maltrato en el
ámbito familiar.
Un 22 de septiembre de 1992, la ceutí contrajo matrimonio
por el rito coránico en Marruecos y doce años después, un 23
de septiembre de 2006, su ex marido le interpuso una
denuncia que se saldó con la separación de sus hijas, a las
que quiere hacer llegar el sufrimiento por el que ha pasado
todo este tiempo y que prefirió ocultar para no hacerles
partícipes de sus discrepancias con su padre. “Me manejaba
con su mal carácter pero siempre era más fuerte que yo,
convenciéndome de que tenía la culpa y por eso era normal
que me maltratase, no sólo físicamente, sino
psicológicamente, económicamente y socialmente poniendo al
entorno en mi contra”, narraba.
Cuando la familia comenzó a crecer con el nacimiento de las
gemelas, y siendo ya tres, las niñas a las que tenía que
cuidar sola en Castillejos “ya que mi marido salía y entraba
cuando quería sin hacerse cargo de nada”, Rahama decidió
trasladarse a la ciudad autónoma, donde residían sus
familiares y poco a poco, fue subiendo peldaños para
intentar mejorar su calidad de vida. “Tuve muchos
conflictos; cuando encontré una casa no había dinero y pedí
una serie de préstamos a través de mi familia. Al llegar a
la vivienda comenzó mi tortura ya que me diagnosticaron
fibromialgia, cáncer de útero y me achacaba que siempre
estaba mal, que era una vaga y una floja, sin cumplir como
madre y esposa. A todo ello se unió el que volaban los
platos por la casa, más de una vez cogió a una de las
gemelas y se la llevó a Marruecos para luego chantajearme”,
argumentaba.
En diciembre de 2004, Rahama daba el paso de denunciar a su
marido por malos tratos “ya que me estranguló contra la
pared, repitiéndolo otras veces que siempre me había
inventado hasta que no pude más”. Pero la decisión duró
pocos meses ya que a través de intermediarios lograron
convencerla para que retirase la acusación, dándole una
oportunidad a su pareja que poco tiempo duró cuando los
ingresos comenzaron a subir “y él me quitaba el dinero
dejándome lo mínimo para mantener a la familia”. Pero las
circunstancias se fueron endureciendo cuando su pareja, “que
nunca se ha hecho cargo de las niñas” le interpuso una
denuncia por maltrato en el ámbito familiar “ya que manipuló
a mi hija mayor para que mintiese, dándome la razón el juez.
Lo que pasó realmente fue que yo le pedí que hablase con
ella porque sacaba malas notas y él le pegó; entonces ella
me echó la culpa”, aclaraba. Todo esto cambió cuando la
ceutí entró en el Plan de Empleo y comenzó a ser
independiente queriendo conseguir el divorcio. “Pero me dijo
que prefería irse a la cárcel por matarme antes que
separarse”. Durante la jornada de trabajo de Rahama, la hija
mayor se hacía cargo de las pequeñas “y mi marido aprovechó
para manipularlas, diciendo que las abandonaba. Entonces
entre él y la mayor inventaron que le había pegado a la
niña, que la había arrastrado por el suelo mientras que el
forense acreditó que no existieron las lesiones. Pero
dictaron sentencia de alejamiento y me quitaron las custodia
y las niñas sufren el síndrome de alienación parental. Todo
este tiempo él me ha puesto denuncias falsas de maltrato que
han sido falsas y demostradas y ahora lo único que quiero es
que mis hijas sepan todo o que he vivido porque ellas son mi
vida”, concluía.
Rahama Abdeselam ha recurrido al Centro Asesor de la Mujer,
a los juzgados, a la Asociación de Padres Separados “pero en
las entidades de mujeres me tachan por la denuncia y las de
hombres porque mi situación es al revés, pero al final ellos
no me han dado la espalda y ahora comprendo la situación que
atraviesan en muchos casos cuando son las mujeres las que
inventan estos episodios”.
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