El poder desgasta, pero desgasta
sobre todo al que no lo tiene. La cita, huérfana de autor,
sale a relucir en cualquier conversación sobre política.
Vamos, que se menciona muchísimo. Y ha terminado por
convertirse en muletilla. Aunque sería injusto tacharla de
estar vacía de contenido.
A lo mejor es que uno, interesadamente, está tratando de
echarle un cable a frase tan desgastada por usada, para
aprovecharse de ella a renglón seguido. Es decir, con el fin
de que me sirva para comparar el momento político que están
viviendo Juan Vivas y Mohamed Alí. Uno como
alcalde, y otro liderando la oposición.
El primero, después de más de ocho años rigiendo los
destinos de esta ciudad, apenas se ha desgastado. Por más
que existan minorías que dicen haber calado ya la parte más
superficial del Vivas gobernante. Cuyos componentes suelen
fruncir el ceño, de vez en cuando, ante posturas del alcalde
que consideran exuberantes. Nada importante. Y mucho menos
capaces de influir negativamente en las urnas.
El segundo, sin embargo, ha sido incapaz de mantener el
interés que despertó su sorpresiva y exitosa irrupción en la
vida pública. Llegó arrasando. Y consiguió despertar interés
general. Incluso políticos destacados del PP opinaron de él
elogiosamente. En puridad, parecía que Alí se había fijado
metas más altas. Pero, desgraciadamente, se ha ido diluyendo
como un azucarillo.
Juan Vivas, si decide presentarse a las próximas elecciones,
logrará, sin duda, otra resonante victoria. Ya que su poder
de encantamiento sigue casi intacto. Pues ha logrado
mantener ese tirón especial que tiene en la calle. De modo
que los ciudadanos lo siguen viendo como político moderado,
tenaz, cercano, y nunca dado a promover disturbios o
conflictos.
Es cierto que la decadencia de Alí se ha ido fraguando a
medida que le era imposible hacerse con una parcela de poder
dentro del Ayuntamiento. Una parcela de poder que le hubiera
facilitado la posibilidad de haberse ido haciendo con una
clientela como sustento de su partido. Mas pecó de novato. Y
esa falta de experiencia es la que lo ha tenido hasta ahora
desnortado. Yendo de un lado a otro. Dando palos de ciego.
Y, durante ese trayecto, se ha ido quemando. Podría decirse,
perfectamente, que sus bandazos políticos han sido tan
continuos como innecesarios. Y sus decisiones, tan volubles
como desacertadas, le han hecho mucho daño. La última, es
decir, la juntera con el PSPC, lo ha puesto al borde de la
quiebra.
Sería injusto olvidar, ateniéndome a la frase con que abro
la columna, acerca de que el poder desgasta, pero desgasta
sobre todo al que no lo tiene, que Vivas cuenta con enormes
ventajas. En todos los aspectos. Pero hay una que no es
menor: el buen trabajo, el enorme trabajo que le hace
Pedro Gordillo en el partido. Y sobre todo la
tranquilidad que le proporciona a un gobierno saber que
cuenta con un clientelismo fiel y amplio.
Resumiendo: Vivas seguirá ganando elecciones. Por todo lo
reseñado. Amén de que no se divisa a políticos con
cualidades suficientes para sentarse pronto en el sillón de
la alcaldía. Unos, porque no dan la talla; otros, porque
dejaron mucho que desear cuando desempeñaron cargos en el
‘City Hall’. Y en el caso de Alí, porque se ha hecho el
harakiri político.
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