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OPINIÓN - SÁBADO, 27 DE JUNIO DE 2009

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

El chiringuito, el chiringuito!, fue una canción del verano, obra de Gorgi Dan, que dicho sea de paso, cada año por esas fechas sacaba una canción para el verano que era todo un éxito. Era raro no escuchar a las diferentes orquestas, que animaban las fiestas veraniegas, no tocar “El chiringuito”.

Pues bien los chiringuitos, seña de identidad de las playas andaluzas, no pasan por sus mejores momentos, las amenazas del Ministerio del medio Ambiente han puesto en jaque el futuro de los chiringuitos del litoral andaluz.

La Junta de Andalucía, sabiendo la importancia de los chiringuitos en las costas andaluzas, ha reclamado las competencias sobre la regulación de las autorizaciones y concesiones, a lo que el presidente del Gobierno no planteó “ningún inconveniente” a esa petición del presidente de la Junta, por lo que no es de extrañar que el traspaso de esa competencia se podría producir el próximo año.

Los empresarios andaluces del sector han acogido con” mucha ilusión y esperanza” la propuesta de la Junta, solicitando que las competencias sobre los chiringuitos recaigan en Turismo, alegando que esas competencias caerían sobre alguien más cercano a ellos, que entenderían mejor sus reivindicaciones.

Se entiende, perfectamente, los deseos de los empresarios de que esas competencias recaigan sobre personas que conocen el tema mejor que aquellas que desconocen la idiosincrasia del pueblo andaluz.

Actualmente, en las costas andaluzas existen unos 2.000 mil establecimientos de esta clase, que dan trabajo a más de 40.000 mil personas. Y, sinceramente, no creo que en estos momentos de crisis y con el aumento del paro, sea una buena medida enviar a esas cuarenta mil personas a engrosar las colas del INEM.

Además, hace desaparecer los chiringuitos de las playas van a traer malas consecuencias desde el punto de vista turístico, sobre al más importante turismo que es, sin duda alguna, el turismo nacional. ¿Se puede concebir, una playa sin chiringuitos donde largarse con los amigos a tomar unas cervezas con sus correspondientes sardinas a la plancha, mientras la señora y los niños siguen divirtiéndose en el agua, mientras discutimos del Barcelona y el Madrid?. Quitarnos eso, es quitarnos parte de nuestras costumbres veraniega mientras hacemos turismo. Una playa sin chiringuitos, es un jardín sin flores.

Aunque sólo sea por el interés económico, debemos mantenerlos porque, quizás, al mantenerlos nos hará no perder más millones de turistas extranjeros a los que, por supuesto, les encantan los chiringuitos en nuestras playas con su tinto y sus sardinas.

La aflicción de la Ley de Costas, había que estudiarla con tranquilidad, sin precipitación alguna, que nos lleve a cometer algunos errores que, después, no tengan solución. Al aplicarla deberemos hacer algunas concesiones, teniendo en cuenta las necesidades de cada pueblo de España y sus peculiaridades.

Y si todos somos iguales ante la ley habría, en aplicación de esa ley, tirar abajo algunas casas que se han hecho sin ajustarse a la Ley de Costas. ¿O no?
 

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