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OPINIÓN - SÁBADO, 27 DE JUNIO DE 2009

 
OPINIÓN / EDITORIAL

La drogadicción, un asunto de todos

Se considera como droga cualquier sustancia química natural o sintética, que una vez ingerida trastorna la conducta y la percepción, modifica el estado de ánimo, aumenta o disminuye el rendimiento físico o psíquico, dificulta el conocimiento y altera los sentimientos.

Su característica más importante es que crean hábitos (deseo irreprimible de repetir su uso) porque confieren al hombre o a la mujer una personalidad distinta que le produce cierto bienestar. Probablemente, o seguramente se equivoca quien pretenda describir a los drogadictos como delincuentes, porque son eminentemente enfermos. En realidad, establecer una serie de pautas para prevenir la drogadicción resulta complicado, pero ayuda enormemente la función educacional (padres, familias, educadores...) en el ámbito de la autoestima, de la superación personal, del de los valores... porque es una realidad que desde el núcleo de la familia, como padres, o desde el exterior como maestros, auténticos consejeros y líderes de grupos, todos los días tienen la oportunidad de tocar las vidas de los jóvenes. Los esfuerzos verdaderamente cuentan. La orientación y la enseñanza ayudan necesariamente al curso de la historia.

Actualmente las generaciones de jóvenes necesitan de autoconfianza, de sentirse integrados en esta sociedad que avanza por encima de unas bases de valores tradicionales como el respeto o la educación que han caído, sencillamente, en el olvido por la falta de compromiso de una generación de padres de finales del pasado siglo que, por lo general, no han podido, no han querido, o no han sabido materializar en sus cimientos familiares los requisitos básicos en una juventud movida por el botellón, por el pasotismo social... favorecido probablemente por un laxo sentido de los valores sociales -de los de toda la vida- que, por error, siempre se ha venido a equiparar a otras épocas que para nada tendrían que ver. La prevalencia de la educación y del respeto a las normas básicas de la sociedad (por más que esta afortunadamente haya avanzado) no debería haberse perdido. El Día Internacional de la Drogodependencia nos recuerda que aún queda mucho camino por recorrer, tanto para retomar a la generación damnificada, como para prevenir que los niños de hoy se conviertan en adolescentes y jóvenes drogadictos del mañana.
 

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