Años y años de experiencia dentro de las aulas se juntaron
ayer en el salón del trono del Palacio Autonómico donde, un
año más, la Ciudad brindó un sentido homenaje a la hornada
de profesores que tras ejercer los últimos años en Ceuta (o
toda la vida) abandonan la docencia. Quince maestros y
maestras, quince historias y décadas de dedicación hacia los
más jóvenes. Éstos estuvieron arropados por sus familiares
en un momento tan especial, en el que alguna lágrima cayó y
la emoción estuvo contenida. El presidente de la Ciudad,
Juan Vivas, y la consejera de Educación, Mabel Deu,
ejercieron como maestros de ceremonias.
“¿Quién no tiene un maestro en su vida?” se preguntó el
presidente de la Ciudad. Cierto es, y es que la existencia
de personas que han dado los mejores años para formar y
enseñar a los demás es tan antigua casi como este mundo. De
hecho la consejera recordó que los primeros maestros de los
que se tiene constancia aparecieron en la ciudad de Mari, en
la baja Mesopotamia.
Deu aludió a la “silenciosa” labor del docente cuya figura
“desgraciadamente está poco reconocida”. La consejera
consideró un “acto de justicia” la celebración de eventos
como este que tienen como objetivo rendir un tributo a
personas que han formado a los adultos del futuro. “No debe
caber ninguna duda de que el de los maestros es el gremio
más necesario, esforzado y generoso que existe”, abundó.
El presidente de la Ciudad hizo suyos las felicitaciones de
todos los ceutíes y las quiso entregar a sus destinatarios,
los quince profesores que este año alcanzan la jubilación.
“Un homenaje este, totalmente necesario”, recordó.
La consejera de Educación, maestra de profesión sabe lo que
dice, lo ha vivido en carne propia. Así, espetó a los
veteranos docentes: “No os sorprendaís porque para muchos de
nosotros seguireís siendo don, doña, señorita, profesor,
maestro o maestra”. Rosa María Lara, una de las maestras que
ha puesto fin a su carrera tildó de “maravillosa” esta
sensación y visiblemente emocionada afirmó: “Los niños han
sido mi mejor medicina aunque a veces las jornadas han sido
agotadoras”. Pese a todo ello esta veterana maestra
considera que tras 40 años dedicada a la docencia “he
terminado con la misma ilusión que con la que empecé”. “Me
voy con mucha pena”, dijo para despedirse.
Los profesores tienen como principal misión enseñar, pero
también aprenden algo durante esta etapa. “De mis alumnos he
aprendido la humildad. Además he recibido mucho amor y
cariño que he intentado devolverles”, apuntó Antonio
Francisco Ruiz Fernández, quien ha desarrollado sus últimos
años como docente en el colegio Lope de Vega. Él lo tiene
claro, esta es una profesión de vocación así que a las
nuevas generaciones les aconseja no meterse si no lo tienen
claro. “Los niños no son mercancía, no son patatas que se
pueden dejar arrumbadas”, aseveró.
Cesáreo Bujero ha ejercido 31 años como profesor de griego
en tierras ceutíes y confirma que la relación con los
estudiantes no tiene porque ser mala pese a la diferencia de
edad. “La jubilación es para mí un cambio de actividad”,
añadió.
El caso de Gloria Muñoz es el de una de las maestras más
prolíficas en su labor en la ciudad tras desempeñar el cargo
durante 42 años. “Nunca he sentido el síndrome del profesor
quemado”, admite. Ahora, tras la jubilación, sólo piensa en
sus nietos, quienes “me proporcionan muchísimas
satisfacciones”.
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