Es común y generalizado, sobre
todo en los tiempos que corren, que las administraciones
públicas (sobre todo los ayuntamientos) naveguen en las
aguas del equilibrio cuando la situación económica global no
florece con facilidad. Esto es lo que le ocurre a la
administración local, y a otras muchas que, como Ceuta,
soportan con estoicismo una crisis que en esta ciudad, por
la especial ‘cintura económica-financiera’ con la que
cuenta, suele disponer de mayores recursos para asumir sus
compromisos.
El trabajo planeado con la solvencia acostumbrada, el diseño
del mejor puzzle financiero acorde a las potencialidades de
Ceuta y su capacidad de generar ingresos favorece y
garantiza la evolución positiva de la ciudad.
Hágase constar a los no avezados que la Ciudad, fruto del
impulso inversor generado tanto por la Administración local
en sus Presupuestos Generales para 2009, como el que
proporciona con fortaleza la Administración General del
Estado genera y generará unos ingresos por concepto de IPSI
nada despreciables.
Eso, y que con esta capacidad potencial con la que cuenta la
Ciudad Autónoma, unido a sus expectativas del nuevo marco de
financiación autonómica que promueve el Gobierno, junto con
la posibilidad no utilizada aún ni en 2008, ni en 2009 hasta
el momento, de acudir al déficit del 0’75% del PIB de Ceuta
permitido por el Estado hasta 2011, llevarán al Gobierno
autónomo a la elaboración de un plan (apenas tocando el
déficit) para sanear las deudas acumuladas. Una serie de
medidas que contempla además el incentivo a la actividad
económica y al empleo. Pero hay fórmulas basadas en la mejor
imaginación y compromiso que, sin ser agresivas al bolsillo
del ciudadano, contribuya en sí mismo a aumentar los
ingresos necesarios para afrontar con solvencia y recursos,
de sobra, la actual situación. El hecho de la credibilidad
ante las entidades crediticias avalan la capacidad de Ceuta.
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