Desde el domingo me llueven las
quejas por haber hablado bien de la Expoceuta ’09. Parece
ser que a nadie le ha gustado lo escrito por mí acerca de la
Primera Feria Multisectorial de comercios e industrias y
primer salón del automóvil.
Y cuando he pedido explicaciones por las muestras de
desagrado que estoy recibiendo, se me dice que en esa feria
han primado los chanchullos. Y no hace falta decirles que me
quedo de piedra oyendo semejante acusación.
Pasada la primera impresión, comienzo a preguntar de qué
chanchullos me hablan. A qué clase de mangoneos se refieren.
Y hasta pido que me cuenten si se han hecho negocios sucios
o algo por el estilo, en el recinto ferial.
Y los denunciantes me miran como convencidos de que me estoy
quedando con ellos. Es decir, que me estoy haciendo el
lipendi para sonsacarles a fin de que me cuenten todo lo que
ellos saben con relación a las manipulaciones y trampas que
el acontecimiento ha propiciado.
Los miro a la cara y compruebo que desconfían de mí. Porque
les resulta extraño que nadie me haya informado de que en
esa feria se han puesto las botas varias personas. Vamos,
que se lo han llevado calentito. Pues dan por descontado que
a mí no se me ha podido escapar el nombre de las personas
que han hecho su agosto en el Parque Urbano Juan Carlos I.
Y, por más que trato de hacerles entrar en razón, me
responden que nones. Y, claro, terminan por recomendarme que
me dé una vuelta por Procesa. Que seguro que allí podrán
informarme de cómo se ha desarrollado la cosa durante los
cuatro días que ha durado la Expoceuta ’09.
En fin, que mis lectores denuncian pero tampoco se atreven a
personalizar. De modo que no me queda más remedio que
indagar acerca de quienes han aprovechado la ocasión para
aumentar su cuenta corriente.
Y lo primero que se me ocurre es ir a la búsqueda del
consejero de Economía, Empleo, y Turismo, Guillermo
Martínez, cuanto antes. Y, si éste accede a recibirme,
no tendré el menor inconveniente en preguntarle por qué en
la calle se está extendido el rumor de que en esa Primera
Feria se ha gastado un dineral que en gran medida ha ido a
parar a los bolsillos de los de siempre. ¿Qué quienes son
los de siempre? Ese es el quid del asunto. En la calle
suenan sus nombres pero uno, como comprenderán ustedes, se
ha cuidar muy bien de mencionarlos en negritas. Por razones
obvias.
Ahora bien, lo que seguramente podrá contarme Martínez es
quién se ha encargado de montar la Feria. Quién es el
propietario de todos los materiales que consiguieron darle
vida al pabellón. Y, sobre todo, qué desembolso han hecho
las administraciones. Y, desde luego, convendría saber los
nombres de los empresarios que han participado de esos
beneficios que dicen han sido cuantiosos.
Lo demás, es decir, que alguien que dirige un medio haya
aprovechado la ocasión para ponerle la mano al empresario de
turno y se haya llevado seis mil euros del ala, me importa
un comino. Lo que sí conviene averiguar es el motivo que ha
tenido el empresario para gratificar, con tanta generosidad,
a la persona que saca siempre tajada de las irregularidades.
Tendré también que pedirle su opinión a José María Campos.
Como debe ser.
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