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OPINIÓN - MARTES, 23 DE JUNIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

¿Quiénes evalúan a los enseñantes?
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Un reciente informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), desvela carencias pedagógicas en cuatro de cada diez docentes, (40%). Tres de cada cuatro profesores consultados confiesan que les faltan incentivos para mejorar la calidad de su trabajo, (75%).

Los docentes españoles aparecen como los más contrariados por el clima que se vive en las aulas. El 70% asegura que las interrupciones de los alumnos perturban de forma notable el desarrollo de sus clases. Más del 30% denuncian también el absentismo de los docentes como uno de los problemas más serio es en su quehacer diario, y la falta de puntualidad.

Los mecanismos de supervisión e incentivación de su tarea están “muy poco desarrollados” en comparación con otros países.

El estudio ha permitido comprobar que los docentes responden positivamente a la evaluación, pero en España el 50% asegura no haber sido evaluado por el Director de su centro ni haber recibido de éste ningún tipo de “feeback”.

Según se desprende del estudio, son los Directores los responsables de la evaluación e incentivación de los enseñantes.

Acerca de los programas de formación y perfeccionamientos profesional, en España el 16% de los profesores debe asumir el coste y sólo el 54,8% no le supone gasto alguno.

Otra carencia detectada entre el profesorado español es la referida a su preparación pedagógica. Así, mientras su formación científica inicial y permamente es buena, el 38% de los directores opina que la preparación pedagógica de sus profesores es insuficiente. En conjunto, este problema es reflejado por el 24,1% de los participantes en la investigación.

La evolución de este tema, desde mi incorporación al Magisterio Nacional, como propietario provisional, en mi centro ejercía como Director, otro maestro que, a propuesta del Inspector de Zona, lo nombraba la Delegación correspondiente. Era un sistema para cubrir el pesito. También se cubría por medio de oposición, que a juzgar por algunos que accedieron a Director por este sistema, las pruebas eran “muy duras”. Estos directores, juntos a los nombrados por la Delegación, eran los que tenían capacidad para “evaluarnos”, que al fin y al cabo, era emitir un informe que, generalmente, podíamos sentirnos muy felices y contentos. Era mi caso, cuando mi propiedad provisional se agota y me destinan a un pueblo de la Serranía de Cádiz, cosa que tenía que eludir, y me redactaron un magnífico informe para acceder al Patronato del Campo de Gibraltar.

En cuanto se refiere a nuestra formación y perfeccionamiento, existían los llamados Centros de Colaboración, donde, en general, un maestro o equipo de maestros daban a conocer sus experiencias realizadas en el aula. Unas veces se celebraban las reuniones en la propia localidad y otras, en localidades cercanas, según la zona de influencia de la Inspección. De un año para otro te abonaban los gastos de desplazamientos y asistencia, que quiero recordar que eran unas 60 pesetas, y la consiguiente deducción de Hacienda.

Con la aparición de la EGB, los cursos para impartir la 2ª Etapa se realizaban, o bien, en la propia localidad, organizados por la propia Delegación, o bien, a través de la UNED, por el sistema de a distancia.

En los centros de Profesores y Recursos, el aspecto de perfeccionamiento se cubre, pero así, como anteriormente la asistencia era obligatoria -Centros de Colaboración- en este caso es voluntaria, y sólo se benefician de manera directa los enseñantes de las grandes localidades. Al principio, la asistencia es remunerada para dejar de serlo al renunciar a la misma, fijada para el apoyo de material del propio centro.

Los Directores y el Cuerpo de Inspectores, aunque no de forma sistemática se encarga del aspecto evaluativo. A los maestros, el estar muy en contacto con la Dirección –después con el Equipo Directivo- la evaluación se realiza de forma continua, ya que la relación maestros/Equipo Directivo es muy directa. Para distintos tipos de problemas con relativa asiduidad, se llevan a cabo las llamadas “Reuniones de Claustro”.

Vienen al caso algunas de las situaciones evaluativas, de las cuales fui testigo presencial. La primera, realizada por el Director de la Escuela de Magisterio, que evaluaba a los alumnos en período de Prácticas. Preguntó por los temas que se estaban desarrollando en aquellos momentos. El alumno en Práctica, una alumna, le indicó que “Ecuaciones y Sistemas”. Sacó a un alumno a la pizarra para realizar una ecuación, la cual la realizó sin dificultad, por lo cual felicitó al alumno y a la alumna de Práctica. Se trataba de un grupo de 8º de la extinguida Enseñanza Primaria de 1945. La segunda fue de resultado muy negativo. Ya con la EGB, el Sr. Inspector tenía que evaluar la clase, un nivel de 8º. Con las Matemáticas quedó satisfecho. Con el Lenguaje, se llevó un mal sabor de boca, ya que al contemplar, al azar, el cuaderno de un alumno, para evaluar el lenguaje, las muchas faltas de ortografías encontradas, fueron motivo para llegar a “bronquear” al maestro. Y por último, el Sr. Inspector visitó a dos grupos de 2º de la ESO, y la experiencia si resultó de su agrado.

Pero, con estos criterios, con los protagonistas, ¿se realiza una evaluación fiable?. Para las estadísticas, y dependiendo de la población evaluada, pueden cumplirse con los objetivos propuestos; pero la verdadera evaluación de los docentes la realiza la familia. Son los padres los que nos evalúan como “aprobados” o “suspensos”.

Son ellos los que al plantearse la elección de centro, los que de forma indirecta nos están seleccionando. Y esto es así. Lo demás, “papeleo”.
 

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