Tengo la costumbre de no dejar de
hacerme preguntas. Después de leer a Onetti, por aquello de
revivirme a su lado y de solidarizarme con su centenario,
más me interrogué ante la íntima soledad del individuo que
reflexiona escribiendo. Hay tantas inutilidades que nos
tragamos y tantos accesorios que nos escoltan y que no
sirven para nada, que uno llega a preguntarse a poco que lo
intente: ¿A dónde va el ser humano? ¿Dónde quiere llegar?
Los tiempos actuales apenas dejan tiempo para la escucha,
para la meditación, lo que dificulta el crecimiento interior
de la persona como tal. Quizás lo más urgente ahora sea
armonizar lo científico con los valores humanos
imprescindibles. Hay que injertar los diálogos en los
diarios de la vida como norma costumbrista, en vez de
disparar como un francotirador al lenguaje humano, que sale
del corazón. Si la investigación científica debemos ponerla
en beneficio del ser humano, hagámoslo antes hoy que mañana.
En España aún se muere sufriendo por falta de unidades de
cuidados paliativos. También las lingüísticas han de ponerse
a merced del entendimiento. No tiene sentido que el día del
Español, por ejemplo, se constate la fortaleza de la lengua
en todo el mundo menos en España.
Una mirada comprensiva sobre si mismo y sobre el mundo, es
la visión de quien ve la vida en su profundidad, percibiendo
sus dimensiones de belleza, de invitación a la libertad y a
la responsabilidad. El goce de los derechos humanos ha de
universalizarse. Por desgracia, esto no es así, una visión
panorámica del ser humano en el mundo nos muestra que la
situación es preocupante. A poco que ahondemos en el
conjunto de los derechos enunciados en la Declaración o en
los Tratados internacionales, veremos que la violación de
tales principios está a la orden del día. Con razón, el
presidente del Consejo de Derechos Humanos, Martin Uhomoibhi,
desafió recientemente a la comunidad internacional a adoptar
normas claras y realistas que sean jurídicamente vinculantes
para combatir la creciente impunidad a nivel mundial.
”Insurgencias, guerras, actos de terrorismo, y otras
acciones que provocan violaciones masivas de los derechos
humanos son concebidas y ejecutadas porque la comunidad
internacional no ha abordado las raíces de este fenómeno”,
dijo Uhomoibhi. Agregó que el Consejo es la última esperanza
de las víctimas de abusos de derechos humanos y no debe
dejar que las presiones políticas y la indecisión
obstaculicen su actuación. “No puede haber justificación
para negar acceso a la investigación de graves abusos de
derechos humanos que ocurran en cualquier parte del mundo”,
acotó el presidente saliente del Consejo de Derechos
Humanos.
Por otra parte, la humanidad se encuentra desvalorada, como
ausente en las impuras plantas de los variopintos poderes.
El vacío que solloza por las habitaciones del ser humano lo
ocupa una razón desencantada, que no se atreve a mirar a la
verdad de frente, que se contenta con soluciones partidistas
del gobierno de turno. En esta encrucijada de caminos
perdidos, de revueltas desaprovechadas, la estética que por
si mismo gobierna a todo ser humano, se presenta como la
única alternativa posible capaz de crear una cultura nueva
que responda a las expectativas más profundas del ser
humano, y por tanto, devolverle la ilusión por hacer
humanidad. Las universidades de todo el mundo, como ventana
predilecta de creación de cultura y de forja de pensamiento,
tienen una importancia estratégica para que el ser humano
retorne a la senda de la conciencia crítica. Se precisan
centros de enseñanzas libres de la esclavitud de las
ideologías o de la economía, capaz de abrirse al ser humano
como tal y al mundo.
A veces nos creemos más de lo que somos y, sin embargo, en
contradicción con lo anterior, nos estimamos menos de lo que
valemos. El ser humano necesita hacerse valer más allá de un
nuevo orden en los mercados financieros y desempolvarse de
las redes de inmigración clandestina y mafiosa. Tras las
conquistas hasta ahora conseguidas, convendría interrogarse
si en verdad han servido para despojarnos de las amenazas
del hombre contra el hombre mismo. ¿Qué futuro tiene hoy el
ser humano sin aún no respeta el derecho de los demás?
¿Hemos crecido en amor social o en egoísmos?... Son
interpelaciones que todos estamos obligados a hacernos. Es
el momento, pues, de que todo ser humano aprenda a respetar
a los suyos, que somos todas las personas, aunque no piensen
como nosotros. Esta alegría es una conquista pendiente como
lo es, asimismo, que a uno le dejen vivir en la armonía del
cosmos con la regia dignidad.
Dignidad por la que Onetti luchó a través de sus obras. Cabe
subrayar este párrafo, pronunciado en España con motivo del
Premio Cervantes, quizás encontremos alguna clave para
cuando menos intentar ser más humanos: “Dijo Flaubert, quizá
con excesiva ingenuidad, que si los gobernantes de su tiempo
hubieran leído la educación sentimental, la guerra
franco-prusiana jamás se habría producido. Por mi parte les
pediría que leyeran a Cervantes, al Quijote. Confío en que
si lo hicieran, nuestro mundo sería un poco mejor, menos
ciego y menos egoísta”. Cervantes y la libertad: “La
libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a
los hombres dieron los cielos”. Cervantes y el ser humano:
“Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele
llover sus misericordias en el tiempo que están más secas
las esperanzas”. Paréceme, Onetti, que has dado en el punto
y seguido. Que alguien continúe.
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