Ha sido, a lo largo de la pasada
semana, la actividad que ha tenido en tensión a docenas de
estudiantes y a docenas de padres.
En teoría, no tanto en la práctica, se jugaban en tres días
todo lo que han intentado aprender en varios años, y la
proyección de su futuro.
Y he dicho, en teoría, porque en la realidad, y sobre este
tema he escrito alguna otra vez, basta echar un vistazo a
los resultados y porcentajes de años anteriores, para darse
cuenta de que son unas pruebas en las que no se queda nadie
atrancado, de por vida.
Es cierto que al salir de la pura normalidad del día a día,
a los estudiantes les puede afectar, pero sólo en los
primeros minutos, porque en cuanto tienen en sus manos el
ejercicio, se dan cuenta de que aquello ya lo han visto, lo
han revisto, a lo largo del curso, y que en nada se
diferencia de algunos otros exámenes que ya hicieron semanas
antes.
Que nadie quiera confundir, estas pruebas, en nada, se
parecen a las reválidas, y no se pueden parecer por cuanto
basta que aparezcan unas notas medianamente buenas para que
ya, antes de empezar a escribir, se tenga un 90% conseguido.
Al final, ya se sabe, un porcentaje de aprobados tan
abundante que dice por sí mismo que aquello no era tan
preocupante, como se creía.
Es posible que esto vaya cambiando, en próximas ediciones,
pero por mucho cambio que parezca que se ha introducido, al
final, los resultados no van a variar demasiado.
Los alumnos que se han presentado este año están en la
última Selectividad previa al Plan Bolonia, y la
concurrencia fue numerosa, 232 alumnos se habían matriculado
y todos ellos se presentaron a la Prueba de Acceso a la
Universidad.
Tres días seguidos, con lo que eso conlleva, ha tenido a
estos estudiantes pendientes, en primer lugar, de lo que les
iba cayendo, y a partir de aquí esperando las notas. Es lo
típico de los estudiantes, lo primero examinarse y luego ya
llegarán los resultados.
Cuando yo estoy escribiendo falta aún la última prueba,
cuando salga esta columna a la luz ya estarán a punto de
salir las notas, con lo que ya habrá un alto porcentaje de
esos estudiantes que habrán dicho el adiós definitivo al
instituto, para acceder, por méritos propios, eso es cierto,
a la Universidad, o a otros estudios superiores.
He visto en algún medio escrito y he oído en alguno hablado
que en estos días los alumnos se juegan el todo por el todo.
No es eso, ni mucho menos, por cuanto en la PAU cuenta y
mucho el expediente de estos alumnos, a lo largo del
Bachillerato. Aquí lo único que hacen es reafirmar y
refrendar lo que hicieron ya anteriormente, y en lo único
que se juegan más es en tratar de entrar en una u otra
Facultad, especialmente cuando hay algunas que necesitan una
nota mínima elevada, pero aquellos que quieren entrar en una
especialidad en la que no se pide más que la titulación, sin
nota especial, no tendrán ni un mínimo de dificultades para
hacer los estudios que quieran, porque no me cansaré de
repetir que con el sistema que hay, se hace una nota media,
siempre generosa, teniendo en cuenta los cursos 1º y 2º que
ya han cursado.
Una generación más, pues, deja atrás los estudios de
Bachillerato, y yo he visto con esta la promoción número 40.
¡¡Que viejos nos estamos haciendo!!.
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