Apenas doce horas después de que
Ceuta homenajease en el Conjunto Monumental de las Murallas
Reales al genial escritor uruguayo Mario Benedetti, ETA
volvió a golpear ayer en las sienes de todos los españoles
robándole la vida al inspector de policía Eduardo Antonio
Puelles García en Vizcaya colocando una bomba-lapa junto al
depósito de combustible de su vehículo.
“Para matar al hombre de la paz / para golpear su frente
limpia de pesadillas / tuvieron que convertirse en
pesadilla, / para vencer al hombre de la paz / tuvieron que
congregar todos los odios / y además los aviones y los
tanques, / para batir al hombre de la paz / tuvieron que
bombardearlo hacerlo llama, / porque el hombre de la paz era
una fortaleza”, escribió en su día el artista
latinoamericano en un poema titulado ‘Allende’ que terminaba
así: “Para matar al hombre de la paz / para golpear su
frente limpia de pesadillas / tuvieron que convertirse en
pesadilla, / para vencer al hombre de la paz / tuvieron que
afiliarse siempre a la muerte / matar y matar más para
seguir matando / y condenarse a la blindada soledad, / para
matar al hombre que era un pueblo / tuvieron que quedarse
sin el pueblo”. ETA mató ayer, otra vez, a un hombre que era
en sí mismo un pueblo, un padre de familia, un trabajador
que durante la última década había participado en una decena
de operaciones policiales que se saldaron con la detención
de más de 70 miembros o colaboradores de la banda
terrorista. Con su denuedo salvó muchas vidas para acabar
entregando la suya propia en esa labor. Como sucede tras
cada atentado, los políticos volvieron a hacer ayer acopio
de energías para mostrarse unidos y hacer un frente común
que hace años que no acaba de visualizarse realmente con el
objetivo único de acabar con el terror.
Lo consigan o no, la mejor forma de ayudarles-obligarles a
hacerlo es que la parte delantera del Palacio de la Asamblea
se llene hoy de ceutíes dispuestos, con firmeza democrática,
a demostrar que no podrán vencer al hombre de la paz.
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