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OPINIÓN - VIERNES, 19 DE JUNIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Sin ideas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Todas las mañanas me siento ante el ordenador y voy leyendo las noticias locales. Lo que dicen los políticos. Las opiniones vertidas en los medios. Lo escudriño todo. A ver lo más interesante que encuentro para sacarle punta y ganarme el jornal de la columna.

Hay días en los que atrapo la idea que debo desarrollar en un santiamén. Y otros en los cuales me cuesta lo indecible encontrarla. Porque no descubro nada interesante. Ya que la ciudad es pequeña, y aunque tenga problemas de urbe grande, no genera información suficiente como para elegir asuntos de los que opinar todos los días y fiestas de guardar.

Cuando escribo es jueves, y no me ha interesado nada de cuanto he leído para basarme en ello y poder cumplir con mi tarea diaria. Es uno de esos días que bien podía aplicársele la expresión marinera de calma chicha.

Verdad es que Juan Luis Aróstegui nos habla de terrenos expropiados por la Ciudad y que fueron a parar a las manos de una empresa privada que llegó para construir viviendas y por lo visto se ha dado el piro dejando las obras estancadas.

El sindicalista, que como negociante de pisos sabe lo suyo, trata de dejar al consejero de Hacienda, Francisco Márquez, con el culo al aire. Pero el asunto me interesaría si acaso el denunciante, otrora, no hubiera sembrado dudas acerca de la distribución de viviendas sociales.

Se dicen tantas cosas sobre aquellas reuniones mantenidas en una cafetería sita en la plaza de África. Donde se sentaban las partes a una mesa para conversar en relación con los pisos que habían de recibir las familias más necesitadas, que no me atrevo yo a darle la razón, aunque parezca mentira, a Juan Luis Aróstegui.

Así que paso del asunto, y allá que se las entiendan el sindicalista y el ex gilista. Ya que ambos, si bien con estilos diferentes, pues ya sabemos que no hay dos hombres iguales, saben perfectamente a qué juegan. Y es que donde hay dineros de por medio da muchísimo asco inmiscuirse.

De modo que una vez desechado el intervenir en este enfrentamiento entre dos personas que dicen detestarse y que caminan por la vida de modo diametralmente opuesto -si bien me da en las pituitarias que algún día terminarán convergiendo en ciertos gustos, pues cosas peores se han visto-, me pongo a pensar nuevamente en cómo apañármelas para conseguir llegar al final de esta columna.

Y, claro, se me viene a la memoria lo que me contaron el miércoles pasado sobre una fiesta celebrada para festejar el cumpleaños de un político, y en la que alguien, imitando a Marilyn Monroe, en el cumpleaños de Kennedy, hizo una criticada interpretación de una canción dedicada al susodicho político.

Pero decido guardar silencio. Me impongo el chitón. Porque no quiero que se me alborote el gallinero. Ya que no es el sentido del humor lo que suele primar entre quienes viven de la política activa. Son tan susceptibles.

Resumiendo: que me perdonen ustedes, queridos lectores, por haber llegado al final de este oasis sin decirles nada en concreto. Pero, créanme, que hay días que no generan el menor estímulo. Y parecen más bien que están hechos para hacernos bostezar. Y en ello estoy.
 

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