Es una evidencia de perogruyo que
cualquier acción a realizar en el ámbito del denominado
servicio público para masas, la seguridad debe prevalecer en
cualquier orden. Es una máxima... y una responsabilidad en
manos precisamente de las administraciones públicas que han
de tomar las medidas inherentes y particulares a cualquiera
de las diversas formas en las que se presente el control y
la seguridad de concentraciones de miles de personas en un
espacio concreto.
Los casos ahora más claros para ejemplificar en Ceuta son
dos. Por un lado el famosísimo Polígono del Tarajal con la
presencia diaria (ahora) de más de 3.000 personas -llegó a
ser un caos de 15.000-; y por otro la Estación Marítima del
puerto ceutí con ocasión de la fase de retorno de la
Operación Paso del Estrecho 2009 que dará inicio allá en la
segunda quincena del próximo mes de julio. Evidentemente,
además de la organización, la coordinación se antoja vital,
pero no puede pensarse jamás en un operativo coordinado y
efectivo si antes no existen los parámetros que identifiquen
una acción con sus pertinentes medidas de seguridad en las
que, muy por encima de todo, prevalezca la protección de la
vida de las personas. Lo es en la OPE, lo es en el Polígono
y lo es en todo lugar donde la concentración de personas
suponga una alerta clara para las administraciones públicas
que son, repetimos, las responsables de garantizar la
seguridad. Con ocasión, precisamente, de mantener activa la
capacidad de respuesta ante una emergencia sobrevenida, en
el Puerto de Ceuta se llevó a cabo un simulacro con todos
los actores protagonistas en escena. Una tarea, un ejercicio
de simulación muy cercano a la realidad que pone a prueba la
capacidad de la Administración y de las entidades
colaboradoras a responder ante cualquier siniestro. La
seguridad de la vida de las personas es, por tanto, el fin
primero y último. Algo que se puede llevar a cabo en
paralelo con otras actividades si es que hay verdadera
disposición para la coordinación.
|