El informe que Juan Vivas encargó realizar a los técnicos de
la Ciudad Autónoma sobre el peso específico real y concreto
de los polígonos el Tarajal en la economía local arroja una
conclusión: las naves son, como era fácil suponer, un
elemento importante dentro del engranaje de la actividad
económica de Ceuta, pero no es, contra lo que dice el
tópico, ni su principal ni su único pulmón.
Según las conclusiones de dicho trabajo, que deben tomarse
“con precaución” según las fuentes consultadas, la actividad
de las 230 naves que se encuentran junto al perímetro
fronterizo reportan a las arcas de la Administración local
“entre un 10% y un 15%” de sus ingresos con cargo al
Impuesto sobre la Producción, los Servicios y la Importación
(IPSI) en apartado más relevante, el de las Importaciones.
Según las previsiones que baraja el Gobierno local para el
año en curso, al cierre del ejercicio se prevé haber
recaudado de forma efectiva por este concepto un total de
37,8 millones de euros. En el mejor de los casos (15%) la
inyección líquida que reportan los polígonos en forma de
impuestos a la hacienda pública local ronda los 6 millones,
un tercio menos de lo que la Ciudad gasta en ellos (entre
8,5 y 9 millones al año).
La cifra es coherente, teniendo en cuenta que las
importaciones tributan a un gravamen de entre el 0,5% y el
10%, con otros datos más o menos oficiales recientes sobre
el volumen del ‘comercio atípico’ con Marruecos, actividad
principal de los polígonos: la Delegación del Gobierno en
Melilla calcula que sus exportaciones alcanzaron en 2006 los
440 millones de euros y Emilio Carreira cifró en 2005 las
locales en 500 millones.
En términos de empleo el peso del Tarajal es aún más exiguo.
Según los cálculos de la Ciudad y teniendo en cuenta que es
casi imposible concretar un número exacto (hay muchas
empresas con diferentes oficinas dentro de Ceuta) las naves
dan trabajo a unas 200 personas, menos del 1% del total de
afiliados a la Seguridad Social en la ciudad.
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