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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 17 DE JUNIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Cuidado con las tonterías
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En una reunión, ayer por la mañana, dije que ‘El Pueblo de Ceuta’ es el ‘faro’ que nos alumbra en esta ciudad. Y la imagen me quedó tan bien como para que todos los allí reunidos la celebrasen.

No, no se me asusten. Conserven la calma, por favor, que no les voy a endilgar una perorata sobre la independencia de este periódico en el cual escribo. Porque la prensa independiente nunca ha existido. Ya que todos los medios dedicados a crear opinión enfocan ésta buscando siempre algún tipo de beneficio.

Y es que lo contrario en cualquier empresa periodística -¿acaso lo dudan?-, significa no cubrir ni siquiera gastos y abocarse a echar las persianas de la redacción más pronto que tarde. Y no creo que haga falta recordarles lo que eso significa.

En Ceuta, y el que escribe sabe de lo que habla, ningún periódico pudo mantener el tipo más de dos años. Pues nada más nacer se les echaban encima las fuerzas interesadas en que sólo existiera un medio (ese que luce cada domingo a prima mañana y debajo de la sobaquera, el cura más rancio que existe en esta ciudad. Una antigualla en todos los sentidos). Con el único fin de acallar las voces discordantes y que prevaleciera, como única e indiscutible, la tradicional y costumbrista.

Pero miren por dónde, un buen día, de hace ya más de catorce años, nació este periódico: ‘El Pueblo de Ceuta’. Al cual a mí se me ha ocurrido calificar como el ‘faro’ que nos alumbra en una ciudad que ha vivido innumerables años sometida solamente a la línea normativa que marcaba un grupo convencido de que esta tierra era suya y así lo manifestaban sus componentes en ese medio.

Y hasta hubo una época, que duró una eternidad, en la cual Gobierno local y periódico parecían ser la misma cosa. Y no hace falta ser un lince para caer en la cuenta de ese tiempo al que me estoy refiriendo. Eran tiempos donde se podía mandar en la Casa Grande y a su vez ser el propietario del boletín de las noticias. Un ejemplo, sin duda, de cómo debía ser la democracia.

Esa democracia que les servía a unos pocos para estimular al pueblo para que éste pidiera a voz en grito la autonomía de la Ciudad. Convendría, eso sí, darse una vuelta por la hemeroteca para comprobar las páginas de publicidad que existen de aquel entonces en el único medio escrito que existía e interesarse después por las ganancias que esos anuncios propiciaban. Y quiénes los ingresaban en su cuenta.

Viene a cuento todo lo dicho porque hay políticos que están gozando, desde hace años, de una posición privilegiada. Políticos que estaban conchabados, entonces, con ese poder Ayuntamiento y prensa única. Y se conoce que les cogieron tanto gusto y obtuvieron tantos beneficios, mediante su condición de tapados, que ahora han vuelto a dar en la manía de volver a reverdecer laureles.

Eso sí, situados no como funcionarios o correveidiles, sino como partes principales de la cosa. Y convencidos, además, de que con el ordeno y mando han de implantar en los medios disciplina y obediencia generalizadas. Y a quien ose llevarles la contraria, se le discrimina. Se le hace el vacío. Se le putea, vamos. Craso error. Pues quien escribe sabe que pertenece a una empresa. Lo cual no es impedimento para que deseche convertirse en contador de cosas amaestrado y pagado por la Ciudad. Cuidado con las tonterías...
 

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