En este curso finaliza la docencia
una conocida maestra de nuestra ciudad, vinculada desde las
Antiguas Anejas del Instituto al C.P. “Maestro Juan Morejón”,
con 47 años de Magisterio oficial. ¡Casi medio siglo! Se
trata de Pepita Mateos Artola.
El homenaje de despedida tuvo lugar en un céntrico
restaurante de nuestra ciudad, el pasado día 11 de Junio,
rodeada de compañeros, amigos y familiares. Un acto muy
emotivo, teniendo como punto final unas palabras de la Sra.
Directora, Dª. Mari Loly, que con voz entrecortada por el
significado del acto, hizo una breve semblanza de la
ejemplar maestra. Pudo más la emoción.
Me acordé, en esos momentos, de mi primer maestro, en este
caso una maestra, Dª. Victoria, que era la titular de
aquella unidad escolar, que se llamaría Parvulario.
Asistíamos a esa clase niños y niñas, y, probablemente, yo
no me lo pasaría mal. Era el curso 43-44. No sé lo que me
pasó, por unos minutos, para relacionar a Dª. Victoria con
la Sta. Pepita. Posiblemente la gran admiración que siempre
he sentido por la labor desarrollada por las maestras.
Pero he de seguir con la Sta. Pepita. En nuestro Colegio se
publica trimestralmente la Revista Escolar llamada “Mi
Colegio” con quince años de existencia. En la misma, la Sta.
Pepita se responsabiliza, en esta ocasión, del Editorial,
dando da a conocer datos sobre su formación, su
participación en las actividades extraescolares, su amor a
la escuela a su familia y a su ciudad. Y un breve mensaje
para todos: “Es importante en esta profesión trabajar a
gusto, con buenos compañeros”.
En páginas interiores de la Revista Escolar, varios
escolares realizaron una amplia entrevista, con una
extensión de cuatro páginas. Recoge sus comienzos,
trayectoria, análisis de la enseñanza actual y anterior y
una anécdota: “Utilizábamos en aquellos momentos la
Enciclopedia Álvarez. Teníamos que estudiar el final del
reinado de Felipe II, que mandó construir el Monasterio de
El Escorial. Repasamos en clase y a un alumno que le
“costaba” la lectura, le ayudé a conocer el tema. A la
salida del Colegio, le pregunté: “Manolito, ¿qué mandó
construir Felipe II? Rápidamente contestó: ‘Galerías
Preciados’ (Grandes almacenes). Manolito, hoy es un
prestigioso arquitecto”.
Para todos aquellos que ya hemos pasado a la situación de
retirados, sólo nos queda el recuerdo. En general, por los
malos momentos que pasa la enseñanza en nuestro país, la
mayoría de los enseñantes se acogerían a este “privilegio”.
Claro, sin perjuicios económicos.
Yo estoy seguro que la Sta Pepita, auténtica maestra
vocacional, diría que ella, no. De hecho en la entrevista
que le hacen sus alumnos, dice: “Ser Maestra era mi gran
ilusión. Ya desde pequeña, jugaba a ser la “seño”. A la
pregunta “si no tuviese que jubilarse ¿seguiría en el
Colegio? Sin lugar a dudas, fue su repuesta”. Echaré mucho
de menos al Colegio, ya que mi permanencia en las aulas ha
sido muy larga. El Colegio con los compañeros y mis niños me
han dado vida, y a todos os voy a echar de menos. He tenido
problemas familiares y personales, pero los educadores,
siempre pensando en sus alumnos, éstos han hecho que los
problemas quedaran en casa. Y prometo que más de una vez os
visitaré.
Con la Sta. Pepita tuve la oportunidad de vivir una
situación curiosa. Ella tenía que asumir la responsabilidad
de dirigir el Centro por ausencia del Equipo Directivo. Era
la más antigua. Yo, en mi tutoría, tuve un conflicto con un
alumno, que se resistía a rectificar. Se lo llevé a su aula,
con la esperanza de que el problema se resolviera. No pudo
ser. A los pocos minutos regresó con el indisciplinado
alumno, que lloraba sin consuelo. ¡No había aceptado
encontrarse con niños chicos! (La clase de la Sta Pepita era
un tercero de Primaria y el nuestro un 2º de la ESO). Así
que nuestro alumno lo único que hizo fue alterar el orden de
la clase de la Sta. Pepita. Fracasamos los dos, pero sí que
me dio la fórmula para que el díscolo alumno nos dejara
tranquilos: !Amenazarlo cuando volvía a las andadas con
visitar de nuevo a la Sta Pepita!
En la aludida entrevista publicada en “Mi Colegio”, se
recogen dos mensajes: para los alumnos: “Que el futuro de la
sociedad española depende de nuestros estudios, recordando
que hay valores que no deben perderse: respeto, esfuerzo,
compañerismo, disciplina, solidaridad, tolerancia... El
tiempo hay que aprovecharlo porque es como un tesoro que se
pierde y no se recupera jamás”. Para los profesores: “Y a
los maestros y profesores, que el mundo está lleno de
personas que no saben leer ni escribir, hombres y mujeres.
Aunque nuestra profesión no está dignificada, hay que
insistir por medio de los educadores a incrementar la
alfabetización de adultos y fomentar el aprendizaje de los
jóvenes y adultos”.
Yo siempre he creído que mi gran compañera y amiga, Pepita
Mateo, ha sido una entusiasta de la educación. Que siempre
ha estado próxima a las directrices del P. Andrés Manjón,
que en uno de sus libros afirma: “La educación tiene por
base y fundamento la naturaleza del educando, y al hombre y
a la naturaleza humana no se la reemplaza, sustituye ni
desobedece, sino que se le respeta, dirige y perfecciona; el
educador no es un suplantador de destinos y fines humanos,
individuales ni sociales, sino un coadjutor de Dios en la
obra magna de la perfección y regeneración de hombres y
pueblos”.
Y, para cerrar, un breve comentario jocoso: “Si algunas de
las actuales mujeres metidas en política, hubiesen sido
alumnas de la Sta Pepita Mateos, sin dudas que el caminar de
nuestro país sería bien distinto…”.
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