Según cuentas las crónicas
realizadas por los compañeros, a los que creo cuanto digan,
la romería de San Antonio fue todo un éxito, de lo que
alegro y me llena de satisfacción que se siga manteniendo
una de las más grandes tradiciones de este mí pueblo.
La tradición se sigue manteniendo, a pesar de que la llegada
de un personajillo de poca monta, que como dice el Quijote,
de cuyo nombre ni me acuerdo, porque es mejor no acordarse
de ese fantoche, quiso acabar con ella.
Bueno quiso acabar no sólo con esa tradición del pueblo
ceutí, si no que incluso se propuso cambiar nuestra
historia, para que empezáramos una nueva historia que él y
su grupo iban a escribir. Por suerte para este pueblo, que
fue quien lo trajo, su historia, la que él nos iba a empezar
a escribir, con perros, caballos, hoteles que se trasladaban
de un bahía a otra y no se cuantas cosas más, se quedo en un
quiero y no puedo, porque duró menos que una pompa de jabón.
Recuerdo que al escribir de San Antonio y de su romería, les
detallaba cómo la vivimos en mí época de chaval, que dista
mucho de cómo se vive en estos momentos. Por supuesto era
otra época y otra forma de vivir las cosas.
También recuerdo que les hablaba de Serafín Becerra Lago, al
que este pueblo aún no ha tenido tiempo de darle el homenaje
que se merece, por todo cuanto ha luchado por Ceuta sin ser
de Ceuta, pero considerándose un ceutí más. Cosa esta de
considerarse ceutí que nadie le puede negar, aunque algunos
por tratarse de alguien que fue diputado en Corte en la
época de Franco, le niegue el pan y la sal porque, hoy día,
los “demócratas de toda la vida”, entienden que está muy mal
visto darle un homenaje a un defensor acérrimo de nuestro
pueblo, por el sólo hecho de haber sido diputado en aquella
época.
Con Serafín pasa algo idéntico que con Alfonso Sotelo Azorin,
uno de los mejores alcaldes que ha tenido esta ciudad,
creador de la UNED, de la Biblioteca municipal, de la Gran
Vía, de las Playas artificiales y otras muchas cosas de las
que fue pionero durante su mandato.
Pero así como Serafín tiene el handicap de haber sido
diputado en Cortes, Sotelo lo tiene por ser falangista. Y
uno se pregunta, y qué tiene qué ver lo qué haya sido cada
uno, para reconocerles todo lo importante que han hecho por
esta tierra. No lo entiendo. Hay que dejar atrás lo que sean
y reconocer los méritos que tengan, piensen como piensen y
tengan el ideal político que tengan. Lo único importante,
para darle un homenaje, en ambos casos más que merecidos, es
la labor que hayan hecho por esta tierra.
Pasa igual que ponerle nombre de calles a algunos alcaldes y
a otros no. Creo, con toda sinceridad, que si se le ponen a
unos hay que ponérselos a todos los que hayan sido alcaldes
de esta tierra.
Ni Serafín, ni Sotelo, tendrán jamás un homenaje, mientras
entre “los demócratas de toda la vida”, algunos de ellos,
sigan pensando que está muy mal visto, concederle una simple
placa a quienes no fueron tan “demócratas” como ellos, por
mucho que hiciesen por esta tierra que es lo único,
realmente, importante. ¿O no?
|