Pudo haber sido una catástrofe, pero por suerte, amen del
susto de una conductora que se topó contra una de las rocas
caídas e impactó rompiendo el eje, todo quedó en daños
materiales más alguna gallina muerta de las que pululan por
el talud. Una avenida de cantos de notable dimensión cayó
montaña abajo desde una obra que se acomete arriba en
Francisco Rivalta. ¿Cayeron por accidente fortuito?,
¿Provocó el viento la caída de las piedras?, ¿O fueron
desprendidas intencionadamente?
Tres vehículos seriamente dañados es el resultado más leve
de lo que realmente podría haber sucedido si las
circunstancias hubieran traído como consecuencia actuaciones
personales distintas a las que se produjeron.
Sobre las 17’00 horas varias piedras de considerable tamaño
y peso caen por el talud de Martínez Catena y acaban
frenando contra dos vehículos aparcados a los que rompe las
lunas y les provoca varias abolladuras, en tanto que una de
las piedras, por la velocidad de la caída salta directamente
a la carretera para quedarse justo en el carril en dirección
a Juan XXIII y en el momento en que un Fiat Punto pasaba por
el lugar. A la conductora no le dio tiempo más que golpearse
frontalmente con el considerable pedrusco, lo que le provocó
rotura del carter y del eje en la dirección. Un movimiento
distinto al que hizo la conductora podría haber devenido en
un serio accidente circulatorio.
Del mismo modo, uno de los propietarios de uno de los
vehículos aparcados se disponía a cruzar con los bártulos de
la playa para recoger el coche. Desde enfrente vio la caída
de entre cinco y seis piedras de las que una de ellas
impactó en su automóvil. La suerte quiso que sólo lo viera
de frente y no se encontrara en las cercanías del vehículo
depositando los enseres de la playa. Un golpe del roqueo
hubiera sido mortal.
A los pocos minutos del suceso, patrullas de la Guardia
Civil y de la Policía Local se daban cita en el lugar.
Aparecieron igualmente los bomberos.
Tras unos veinte minutos de retenciones en Martínez Catena,
el tráfico comenzó a ser fluido. Entre tanto, agentes de la
Guardia Civil determinaban lo sucedido y una patrulla subió
a la zona de Francisco Rivalta, al lugar de las obras para
comprobar si el suceso fue provocado por la acción de
personas intencionadamente, o si el hecho fue ocasionado de
manera fortuita.
En cualquier caso, también subieron los bomberos para
comprobar el estado de seguridad en que se ejecutan las
obras que presumiblemente provocaron, del agún modo, el
hecho.
Los técnicos comprobaban si existían mallas de seguridad
ante posibles desprendimientos y si, efectivamente, esos
cantos pertenecían a la obra. El hecho formará parte del
atestado que entre Guardia Civil y Policía Local se llevaba
a cabo.
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