Tetuán acusaba ayer el calor si
bien, en algunos puntos de la ciudad, una brisa procedente
de las montañas circundantes aliviaba el pegajoso agobio.
Sobre la plaza de Muley El Mehdi (la famosa “Plaza Primo”) y
desde un segundo piso, la amplia sede del PJD (Partido de la
Justicia y el Desarrollo, los islamistas parlamentarios
marroquíes) lucía su colorida propaganda electoral
desgranando, sobre los transeúntes, la pegadiza música de su
himno. Nasar, el secretario provincial, se mostraba
moderadamente optimista aunque en el ambiente flotaba la
sensación de no poder hacer más por las limitaciones
logísticas, “mientras que otros partidos que incluso han
dado importantes cantidades de dinero para hacerse con
candidatos, manejan medios que a saber de donde han salido”,
me señalan. El pasado sábado el secretario general del PJD,
el apasionado Benkirán, tras visitar la región en un
apretado viaje procedente de Bojador (hizo acto de presencia
en Tánger, Castillejos, Rincón y Martil, obviando Tetuán),
lanzó la disposición de la formación que lidera a cooperar
“por el bien de Marruecos” con todas las formaciones
políticas sin exclusión”. Muchachadas muy jóvenes recorren
las calles (“pagan bien, me explican”), repartiendo
abundante propaganda del PAM, Partido de la Autenticidad y
Modernidad liderado por El Himma.
A las 19.00 horas, cinco formaciones políticas de primera
fila entre las que destacan los nacionalistas del Istiqlal
(en el gobierno), los islamistas del PJD (principal partido
de la oposición) y los “harakíes” del Movimiento Popular (de
cuño bereber), además del minoritario PPS (Partido Progreso
y Socialismo, filocomunistas), que han firmado un manifiesto
conjunto en contra del ex ministro del RNI (Asamblea
nacional de Independientes, de corte centrista y tecnócrata)
y actual alcalde de Tetuán, Rachid Talbi, al que acusan de
utilizar cheques fondos, intentos de soborno electoral
(“comprobados”, me confían) “además de numerosas prácticas
antidemocráticas”, se manifestarán en el centro de Tetuán
pidiendo su dimisión y exigiendo responsabilidades. No deja
de ser curioso que, de ser estos hechos ciertos y pruebas
parece que sobran, el ministro del Interior Chakib Benmoussa
no haya tomado ninguna medida cautelar en su contra,
mientras por menudencias cogidas además con pinzas fue
dimitido hace unos meses sin miramientos el elegante y
popular Belkora, alcalde por el PJD de la imperial villa de
Mekinéz. Belkora, al que su partido habría vuelto a elegir
como candidato ratificándole su confianza, decidió
finalmente y por un punto de pundonor que le honra,
retirarse de la liza electoral.
Hacia la siempre popular Plaza del Feddán (Plaza Hassán II,
amplísima pero cerrada al público), encaminaba sus pasos a
última hora de la mañana Mohamed Haddad, luciendo buen
aspecto pero vagando como alma en pena rumiando su turbio
pasado, mientras repartía (“tengo que echarle una mano” me
comenta, avanzándome su intención de solicitar la
reagrupación familiar, “mi esposa está en Madrid”)
propaganda electoral del novísimo Partido de los
Trabajadores, recién fundado por el polémico abogado Haji,
famoso por sus persistentes concentraciones pancarteras
alegando cualquier fútil motivo delante del Consulado
General de España. Mohamed Haddad, a falta de pruebas
concluyentes fue absuelto por la justicia española de su
presunta implicación en los atentados del 11-M, si bien la
CIA le sigue vinculando en un segundo nivel con el entramado
del atentado del 11-S en Nueva York.
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