Hace tres años mi Nati hizo la
Primera Comunión, yo me decía que me tocaba organizar los
Mundiales de futbol, la Eurocopa o los Juegos Olimpicos, por
el acoso y asedio que sufria por parte de familiares, menos
mal que tenia el trabuco preparado desde el 2002, y pasaba
factura a quien iba a invitar y no invitar.
Siempre recuerdo mi Primera Comunión, de que nos inculcaron
en tiempos del Generalisimo Franco, que no se miraba para
atrás en Misa, que teníamos que estar toda la semana previa
y posterior rezando el rosario, de jugar nada en el recreo y
esos palizones y cabriolas, enturbiaban el recibir a Jesús
Sacramentado. Vestidos de marinero como el abuelo Bernardo,
entramos todos previa foto de Arbona padre en el Colegio
Sagrada Familia, la Señorita Gloria Gallego nos ponía en una
pared bonita, con dos macetas a los lados para salir
lustrosos.
Con los gladiolos en la mano formamos los niños dos filas de
marineros, el abuelo Bernardo que se pone colorado como un
tomate, su primer nieto en Ceuta sale de marinero a recibir
a Jesús, que tiempos de liturgia y recogimiento, toda la
Iglesia salió a comulgar y mi padre por su religión hindú no
se movió del banco, mi madre lo acompañó en todo momento, yo
tragaba saliva más que nunca en los momentos de emociones
contenidas.
Papá ayudame a conservar la luz de la fe y nuestros padres
apagaban nuestras velas en mano. Mariano Llorente, Felipe
Andujar, Juanjo Rios Zamora, eran mis compañeros de
Comunión, entre besos y abrazos salimos a nuestros
respectivos banquetes, el mitico e inolvidable Casa Fernando
me esperaba con la tarta y el muñeco de marinero, el abuelo
se enfadaba con el pelo del muñeco de marinero, y tras los
postres me escapaba a correr por la playa Benitez. Treinta y
cuatro años que hace ya y que cariño cogí a aquella Biblia
que decía Moisés y Joshue, Gedeón y Sansón, aquellos
rotuladores y ese reloj Flica de cuerda, que al menor
porrazo se paraba, había que llevarlo a la relojería de la
Glorieta del Teniente Reinoso.
Hoy se pierde toda la ilusión y el fervor religioso del
sentimiento de la fe cristiana. Todo es un jaleo armado a
ver quien lleva mejor el poderío y el rango. De las
comuniones familiares de antaño, recuerdo la de mi hermano
Carlos sobre todo por la puesta en escena en la Iglesia de
Santa Teresa, los canticos y celebraciones posteriores a la
eucaristía con todos los profesores en el altar, tras los
niños y niñas de Comunión, aquella exaltación bella e
inmensa que hizo el delirio cristiano entre nosotros, trajo
que al final entre fotos y felicitaciones, el abuelo
Bernardo salío raudo y veloz abandonando la Iglesia, quizá
entre nosotros nadie se acuerde de esa anécdota, aunque mi
madre calculó que si en mi Comunión el verme vestido de
marinero aquello le emocionó, aquellos cánticos y la
celebración tan bella de la Iglesia Santa Teresa, hizo que
cogiera el camino de la cuesta del Morro hacia la Avenida de
Africa y se perdiera en el horizonte, el banquete era en el
mitico Baviera.
De las comuniones de hoy dia, se mete a tanta gente con
calzador, en las distribuciones de las mesas que reparas que
muchos de los que se sientan compartiendo mesa y mantel ni
se hablan, y solo se rompe el hielo entre mirar el escote y
las cachas de puri y puti, el pasar la jarra de cerveza o
echarle un vino al de la lado. Del dia posterior a la
Comunión de mi Natalia, lo que más me impresionó y me causó
sentimiento, fue que de tantos regalos que recibió ella
cogió una caja de cartón y una silla y se hizo una especie
de escritorio, se puso unas cuartillas y unos bolígrafos y
me imaginaba haciendo escritos y artículos como su padre.
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