Las Elecciones al Parlamento
Europeo han supuesto una clara derrota del partido
socialista a quien la ciudadanía ha castigado por su
ineficaz gestión política en los últimos años que ha
originado la mayor crisis socio económica desde el
advenimiento de la democracia. Los españoles han respondido
contundentemente en las urnas a la demagogia, a la mentira,
a la desvergüenza mostrada por los líderes socialistas desde
la llegada de José Luís Rodríguez Zapatero a la Presidencia
del Gobierno.
Las manifestaciones ofrecidas desde el partido socialista
tras su derrota electoral muestran, una vez más, el
falseamiento de las cifras electorales cosechadas por esta
formación el pasado domingo al ofrecer una interpretación
partidista de los mismos. Esta formación obtuvo 708.612
sufragios menos en relación a las últimas europeas, 5 puntos
de diferencia en relación a 2004, coincidiendo en ambos
comicios los índices de participación mientras, el partido
popular obtuvo 221.823 votos más en relación a 2004.
Extrapolando los resultados del pasado domingo al ámbito
nacional, estaríamos hablando, según el reparto de votos
obtenidos por ambas formaciones, de una victoria del partido
popular en la que este obtendría 170 diputados mientras el
partido socialista descendería a 149 escaños, produciéndose
un vuelco espectacular en la Cámara Baja. El resultado por
tanto, beneficiaría al partido popular que se convertiría en
la formación mayoritaria del Congreso al obtener 16
diputados más de los 154 actuales.
Por tanto, los socialistas españoles deberían asumir las
cifras obtenidas actuando en consecuencia ya que, según los
datos proporcionados por la propia Comisión Europea, Banco
de España y otras entidades financieras de solvencia, los
brutales efectos de nuestra actual crisis financiera, una
vez finalizada la actual temporada estival, se recrudecerán
y persistirán hasta finales o principios del 2011 salvo, que
el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero reconozca los
errores cometidos reaccionando con prontitud y adoptando las
medidas necesarias que palien dichos efectos.
En definitiva, la ciudadanía responde democráticamente con
contundencia a la desvergüenza de un Gobierno que utiliza la
mentira en todo momento; para justificar su incapacidad en
la detección de la crisis, en la adopción de las medidas
necesarias para minimizar los efectos de la misma y al
interpretar los resultados cosechados en los pasados
comicios. Un Gobierno alejado totalmente de los problemas
reales de una ciudadanía afectada gravemente como
consecuencia de la crisis socio económica.
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