Tomo café con un periodista
veterano. Curtido en mil batallas. Y que de tanto conocer
los secretos y entresijos del poder local se ha convertido
en un pasota. Nada le preocupa, todo le da igual, pasa de
todo, “como en el dominó sin fichas”. Más que pasar de todo,
lo justo sería decir que desde hace mucho tiempo anda
mermado de ilusiones.
Ha optado por vivir a su manera, conversando un poco,
haciendo del silencio su mejor arma, para empaparse de
cuanto decimos los demás. De manera que luego pueda espigar
lo más interesante que a su juicio haya oído. Y guardarlo en
la alacena de su memoria, que le sigue funcionando mejor que
un reloj suizo.
Al veterano periodista, de tanto tratarlo durante años y por
supuesto de tanto disentir de él y viceversa, le tengo ese
afecto que se siente por quien, a pesar de los muchos
desencuentros habido entre nosotros, todavía podemos
permitirnos el lujo de hacer un alto en el camino, cuando
nos cruzamos por la calle, y ponernos a charlar de cuanto se
encarte, como si tal cosa.
Insisto: él me deja hablar, y de vez en cuando me regala
alguna información que no me viene mal. Porque transitar la
calle con ánimo de estar al tanto de cuanto se cuece en los
intestinos de la vida pública, exige a cambio ser generoso,
en cierta medida, con las demás personas que andan buscando
lo mismo.
Días pasados, el veterano periodista y yo, mientras
tomábamos café, como digo, nos pusimos a pegar la hebra. Y
dado que su primera información me pareció tan sincera como
convincente, no tuve yo tampoco el menor empacho en contarle
los motivos que me inducen a pensar en que el presidente de
la Federación de Fútbol de Ceuta no hace una auditoría
porque no puede. Porque le resulta imposible.
Lo que no entiendo -le dije, sin miedo a que me tachen de
redoblar el tambor- es que en Melilla, por ejemplo, haya
medios que denuncien al presidente de ese organismo, por
algún que otro tejemaneje, y aquí exista una especie de
conjura local, entre quienes podían exigir claridad contable
en la federación, para que eso no suceda nunca.
Y tengo la impresión, por más que tú no la compartas, de que
la auditoría se hará cuando Antonio García Gaona
lleve cuatro años como presidente. Pero haciendo borrón y
cuenta nueva de un pasado, de tres décadas largas, que,
cuando lo menciono, los hay que se quedan como estatuas
cerúleas. Y apenas si pueden articular palabra alguna.
Eso sí, en cuanto me doy la vuelta, me visten de limpio. Lo
cual es peor: porque lo que hacen es insuflarme ánimos
suficientes para que no me olvide de un asunto que huele a
guano. Y sin embargo, a pesar de ese hedor, el enemigo
público número uno del Gobierno local, Juan Luis
Aróstegui, no ha dicho nunca ni pío al respecto. Y
tampoco Mohamed Alí, tan dado a la denuncia contra
los gobernantes, se ha atrevido jamás a pedir que se haga
una auditoría para saber qué se ha venido haciendo con los
dineros de las subvenciones recibidas por la Federación de
Fútbol de Ceuta, durante años.
Ante lo expresado, por mí, el veterano periodista se encoge
de hombros y piensa que sus ilusiones no dan para meterse ya
en esta batalla. Y sigue su camino.
|