No es otro que, así como muchos
escolares como él, durante el recreo en su centro educativo,
pueden consumir tranquilamente su bocadillo, en general,
formado por un panecillo y algo de chacina y un zumo de
frutas, él ya no puede hacerlo en el patio de su colegio. Lo
pasó muy mal, cuando una gaviota de grandes dimensiones se
lo arrebató de un hábil picotazo, con el consiguiente susto.
Otros compañeros también se vieron atacados por otras
gaviotas.,
Ahora, ya no puede salir al recreo, lo mismo que sus
compañeros y compañeras, por lo que deben permanecer en el
aula, hasta que la Dirección del Centro encuentre soluciones
para alejar de las proximidades del Colegio a las atrevidas
y hambrientas gaviotas. La zona donde está situado su
Colegio, en los edificios cercanos se asientan gran número
de gaviotas, que incluso han anidado, representando un serio
peligro también para los ciudadanos de las proximidades.
Estas aves, al cambiar su forma natural de vida, han
encontrado su hábitat en las poblaciones próximas a las
costas, y cuando llega el período de incubación y cría de
sus polluelos, se convierten en muy agresivas, atacando
incluso a los pacíficos ciudadanos.
Hasta mi permanencia en mi último centro,”Maestro Juan
Morejón”, también en la hora del recreo, nos visitaban un
número considerable de gaviotas. Éstas eran más pacientes,
más pacíficas y, acomodadas en los altos de los edificios
cercanos, no “actuaban” hasta que los alumnos abandonaban el
patio de recreo. Ellos, respetuosamente, depositaban sus
“sobras”, de forma visible, en sitios estratégicos. Cuidaban
de no colocarlas en los contenedores de basura que es
ubicaban en el patio de recreo.
Ya incorporados a sus aulas, podían presenciar, hasta que
llegaba el maestro especialista de turno, las luchas que se
establecían entre las gaviotas, que, repito, no abandonaban
sus “observatorios” hasta que había desaparecido el último
alumno del patio de recreo. Indudablemente que las de
mayores tamaños eran las que más fácil lo tenían.
Obviamente, que cuando peor lo pasaban eran los fines de
semana y durante las vacaciones, que utilizarían otro
sistema para sustentarse.
En distintas zonas de la Playa de Benítez, se encuentran
grandes grupos de gaviotas, que en algunas de ellas,
conviven con palomas comunes, que también están “ a verlas
venir “.
Es posible que algunas utilicen su método natural de
alimentación, pero como ya la fauna marina ha disminuido
considerablemente, encontrarán su sustento en algunos restos
de pescadores costeros, así como lo aprovechable que arrojen
las olas del mar. Cuando mejor lo tienen son los fines de
semana del período estival, cuando grupos de familia montan
sus casetas, y, al retirarse, dejan los restos de comidas,
que, como los alumnos del colegio, los dejan fuera del
contenedor. En las bolsas de plástico pueden acceder
fácilmente a los restos.
Estas gaviotas tienen sus enemigos en los cuervos que
merodean por las zonas, que al ser de mayor envergadura y
agresividad, se adueñan de la situación, permaneciendo las
gaviotas en espera, de que ello se lleven parte de lo que
estiman de su propiedad, debido a su condición de aves
costeras. Los cuervos, cuando las condiciones gastronómicas
no les son propicias, establecen unas luchas persecutorias
con las gaviotas, de las cuales, generalmente, salen
triunfantes.
Lejos está todo, de cuando nosotros, niños, observábamos, en
la lejanía, los lanzamientos de las “pavanas” –aún no le
llamábamos gaviotas- capturando, al parecer, siempre en la
superficie, peces de pequeños tamaños. Estas “pavanas”
tenían su asentamiento en la desaparecida “isla”, lugar
también visita por parte de algunos aficionados a la pesca y
nadadores. Nuestra “isla”, desaparecida, al construir las
escolleras para el asentamiento del Polígono de Poniente.
Estas “pavanas”, que yo siempre creí que era otro nombre con
el que asignaba a las “gaviotas”, salí de mi error
consultando unos diccionarios que tenía a mi alcance:
Diccionario de la RAE, el Corominas y el María Moliner, así
como en Internet. En todos la definición de “pavana”
coincidía con “danza antigua española”, de modo que de
“pavana”, tendrá su justificación.
Recordar también que, junto a las “pavanas” compartían
hábitat, los llamados “painicos”, de menor tamaño que ellas,
aunque de las mismas costumbres. De igual manera, ninguno de
los diccionarios consultados me dan explicaciones al
respecto. No existe esa voz.
Lo mejor es retomar el problema de Narcís, que también lo es
de Enric, Pau, Joseph Lluis… y otros muchos que se ven
condenados a privarse del recreo, teniendo que tomar el
bocadillo en clase. ¡Con lo que significa para ellos esa
media hora de relax, donde cada uno aparte del bocadillo, se
dedican a fomentar sus relaciones personales, intercambiando
impresiones sobre cualquier tema de actualidad!. Es posible
que, a esta altura de los hechos, la dirección del Centro
haya resulto el problema, pero ¿cómo?. Es necesario que la
Protectora de Animales intervenga de manera racional para
sacar de esa zona a esas molestas gaviotas.
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