Pasadas unas de las elecciones más
penosas en Europa, tanto por el bajo y ramplón nivel del
debate político como de la penosa y alta abstención, parece
oportuno sacar algunas conclusiones. Ciertos medios
nacionales comentaron que, pese a su notable crecimiento,
Unión, Progreso y Democracia (UPyD) no se había convertido
en la tercera fuerza política. ¿Qué quieren, milagros…?. El
partido fundado por Rosa Díez, ayuno de dinero pero lleno de
ilusión y militancia, no ha dejado de cosechar éxitos desde
su fundación: con una diputada nacional y otro en el País
Vasco, el jurista y profesor Sosa Wagner se suma ahora como
eurodiputado de UPyD en el Parlamento europeo mientras, en
toda España, Unión, Progreso y Democracia es ya una realidad
visible y pujante, para tirria y preocupación del
bipartidismo rampante que no ha dudado en zancadillear lo
posible excluyendo, a UPyD, de foros y debates. Pero ahí
está, ahí se ve, la bandera de UPyD.
En Ceuta y Melilla, el espectacular desarrollo de UPyD ha
convertido a esta joven y animosa formación en la tercera
fuerza política de ambas ciudades hermanas, en una línea
ascendente que sin ninguna duda no dejará de pujar hacia
arriba. Pueden estar seguros. El domingo a media tarde, mi
apreciado amigo el doctor Julián Domínguez comentaba a este
escribano (y simpatizante comprometido, desde el principio,
con el proyecto de UPyD) que “Hemos metido la cabeza en
Europa y con un solo diputado va a verse más trabajo que con
una decena del PP o del PSOE”. No me cabe duda. Julián lo
tenía muy claro: “Mañana mismo empezamos a preparar las
municipales o, incluso, el previsible adelanto de las
generales”. Para mí que un escalofrío habrá recorrido las
filas locales del PSOE y el PP, pues muchos y desde
diferentes sectores son los apoyos que está recibiendo UPyD
de la ciudadanía, jartá ya de mamoneos y de que le tomen el
pelo con lo de siempre. Para que se den cuenta y con un 68%
de abstención en Ceuta (es decir, un porcentaje mucho menor
de votantes que en las elecciones generales), ciudad querida
siempre, UPyD ha pasado de un 1,3% de votos al 3,8%; esta
una empírica, luego los políticos profesionales del
bipartidismo rampante los podrán disfrazar como quieran.
Pero ahí está, ahí se ve, la bandera de UPyD.
Pese a todas las penurias económicas y al antidemocrático
torpedeo de las estructuras oligarcas y caciquiles del PSOE
y del PP, del PP y del PSOE, Unión, Progreso y Democracia (UPyD)
ha logrado hacer una campaña limpia y creíble, enlazando con
un buen porcentaje de la ciudadanía española. ¿Qué aun no es
la tercera fuerza política de la Nación? (así, con
mayúscula). Casi mejor, hay pues tiempo para madurar y
cerrar filas, elaborar más el proyecto político (sobre
Marruecos, por cierto, UPyD debería a mi juicio modular su
percepción y las formas, su españolismo está claro) y afinar
las candidaturas. Desde el primer momento supe que UPyD
había nacido con intención de quedarse y trascender. Los
tibios y los dudosos ya no tienen disculpas, su próximo voto
debe ir al partido de Rosa Díez y Sosa Wagner. Creo en el
futuro; creo en España. Y creo en una alternativa nacional
que no sea ni el PSOE ni el PP. Aunque el camino no será
fácil, juntos podemos. Dificultades, muchas. Pero ahí está,
ahí se ve, la bandera de UPyD.
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