Hace tan sólo treinta años, aquellos ceutíes que padecían
discapacidad intelectual, no sólo sufrían ese cierto rechazo
social que surge ante el desconocimiento de una enfermedad
sino que, además, no tenían dónde ni cómo integrarse para
llevar una vida cuanto más normal posible.
Aunque nacía como una entidad pequeña, tímida, sin grandes
pretensiones, que no superaba la treintena de usuarios, lo
cierto es que ‘FEAPS Ciudad de Ceuta’ se ha convertido en
una asociación local integrada a nivel nacional en la
Federación de Organizaciones en favor de Personas con
Discapacidad Intelectual; en un centro de día que acoge a
más de cien usuarios, sin distinción de sexo, edad o
condición social, brindando mañanas y tardes de cariño a
todas esas personas que necesitan más atención pero que
pueden llegar a ser autosuficientes. Y en ello trabajan los
profesionales de FEAPS, que han conseguido que en menos de
30 años sean ahora los usuarios los que tengan la palabra y
decidan lo que quieren para ellos y lo que necesitan para
realizarse, humana y profesionalmente. “Cuando entré,
estábamos ubicados frente al colegio Santa Amelia y
ocupábamos dos aulas. Los padres influían mucho en nuestras
líneas de actuación con su excesiva sobreprotección, sobre
todo, con los que tenían mayor deficiencia”, argumentaba una
de las profesionales de la entidad que cumple 18 años de
trabajo en la asociación.
Como responsable al frente de FEAPS Ciudad de Ceuta, Alberto
Galet también reconoce la evolución que en estos treinta
años ha supuesto para este colectivo más vulnerable la
existencia de una entidad que ha aunado sus esfuerzos por
mejorar la calidad de vida de estas personas aunque sí es
cierto que siempre hay obstáculos. “Al principio, las
familias casi que imponían los programas y marcaban las
directrices a seguir. Después pasamos a los técnicos, que
tomaron las riendas y crearon sus propios itinerarios de
trabajo. Y ahora, son ellos los que tienen la palabra. Los
usuarios son los protagonistas y los que piden lo necesario
para su futuro. Quieren decidir e incluso exigen más”,
sintetizó Galet.
De dos aulas a un edificio completo, de treinta usuarios a
más de cien, de imponer por decidir han sido los cambios
estratégicos mediante los cuales cientos de ceutíes con
discapacidad intelectual han comprobado, orgullosos, que las
limitaciones no tienen porqué ser una barrera. Es el caso de
Gregorio, con más de 18 años de antigüedad y uno de los
usuarios más independientes de la entidad ceutí. Goyo, tal y
como lo llaman sus amigos y profesores, trabaja en los
Planes de Empleo como pinche de cocina y confiesa estar “muy
contento” con las facilidades y la mejora en su calidad de
vida que le ha ofrecido FEAPS. “Me han enseñado el euro, que
ya no podemos quitar y se me da regular. Tenemos ocio los
fines de semana y hacemos viajes. Me gustan los bolos y
salimos a merendar porque nos lleva una señorita. Me han
tratado divinamente todos los profesores y por eso estoy
muy, muy contento aquí. Ojalá estemos muchos años”,
declaraba Goyo, entusiasmado y transmitiendo una gran
sensibilidad al hablar de otros enfermos, a los que él mismo
llamaba “niños”, no porque lo fuesen sino “porque necesitan
mucha ayuda, que estemos con ellos y les demos cariño; los
quiero mucho”.
Más anécdotas cabría destacar de la excelente labor que
estos profesionales han desarrollado, sembrando unos valores
envidiables en un momento en el que la sociedad más los
demanda. Valores que todos los ceutíes podrán comprobar
desde hoy en los actos conmemorativos del 30 aniversario de
FEAPS.
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