No podemos admitir que nuestros hijos se conviertan en un
“bien de consumo” tras la ruptura con la madre,
utilizandolos como “moneda de cambio” o “elemento de
presión” para conseguir en muchos casos un mayor beneficio
económico tras la extinción de la relación. Todo ello lo
único que conlleva es a una situación de distanciamiento y
crispación que por desgracia está fomentando la “violencia
doméstica” por ambos sexos y no solo en el hombre como por
desgracia nos están haciendo llegar muchos informes que para
nada revelan datos objetivos ni siquiera las secuencias que
originan situaciones violentas que a todas luces debemos
rechazar.
En paises de nuestro entorno ( Francia, Italia etc) la
custodia compartida (en el caso del primero) está en vigor
desde el año 2002 y los estudios y datos oficiales avalan
que desde su entrada en vigor la litigiosidad tras la
ruptura de las parejas ha disminuido considerablemente y
paralelamente las situaciones de violencia que en casos
puntuales se habian originado sobre todo por disputas en la
custodia de los hijos y en los bienes de la pareja.
Debemos demandar una ley en la cual la custodia de nuestros
hijos sea independiente de los bienes que tenga la extinta
pareja, pues de seguir el sistema como en España
“custodia=uso y disfrute de la vivienda” uno de los dos
(normalmente el padre) quedará en una situación de desamparo
económico motivado no solo por la perdida de la vivienda
sino por el pago de una más que probable hipoteca,
manutención para los hijos e incluso una más que posible
pensión compensatoria para la ex-mujer. Si a ello sumamos
que el no custodio deberá de buscarse una nueva vivienda ( y
al precio que están ) la situación es de “banca rota”, por
lo que muchos padres deben de volver al hogar con sus padres
por lo menos hasta que consigan remontar en cierta medida
ese desequilibrio económico.
Con la custodia compartida se debería estudiar la situación
económica de ambos padres y a tenor de la misma otorgar a
uno u otro el uso de la misma (separación de bienes) o la
liquidación de la misma si existen bienes gananciales. No es
de recibo que te “echen” materialmente de tú casa y a
renglón seguido veas entrando y saliendo “elementos de
dudosa procedencia” de la misma y máxime cuando tus hijos
están allí puesto que es “su casa”. Hago referencia a esto
último pues creo que todos hemos de guardar las “formas” y
más estando presentes nuestros hijos, lo cual no está reñido
con que todos tenemos derecho a rehacer nuestras vidas y a
empezar una nueva relación sentimental aunque yo enfatizo en
que tenemos el derecho y el deber de saber que nuestros
hijos están siendo tratados adecuadamente por el/la misma.
Para que la “coparentalidad” (como también se suele definir)
sea efectiva y redunde en el bienestar de nuestros hijos es
fundamental que el hilo de la comunicación funcione por
ambas partes pues de lo contrario podemos caer en errores
del pasado que nos llevaron a la ruptura conyugal.
En cuanto al tan señalado tema “económico” no es cierto que
con la custodia compartida las pensiones de alimentos
desaparezcan, pues se puede acordar fijar una cantidad
atendiendo al que está en un situación financiera más
desfavorecida de los ex-conyuges o si la situación es
parecida realizar el ingreso de una cantidad mensual en una
entidad bancaria que redunde en nuestros hijos y de la cual
puedan hacer uso para gastos extraordinarios, viajes etc. El
tiempo que cada uno esté con sus hijos se hará cargo de
todos los gastos que se deriven de los mismos, con lo cual
todo “debe” resultar más fácil.
No entiendo como en vacaciones compartimos a nuestros hijos,
abonamos la misma manutención y el resto del año estamos
viendolos apenas cuatro días en el mes, sin olvidar aquellos
que tengan la suerte de tener alguna tarde”intersemanal”
para estar con ellos. Solo utilizar el término “régimen de
visitas” me suena a “carcelario” e indigno, máxime si
vivimos en un Estado de Derecho como tanto gusta “enfatizar”
a la clase política de este pais.
Cambiando un poco el sentido de mis comentarios no quería
dejar pasar por alto a nuestra “querida” Ley Integral Contra
la Violencia de Género de la cual tanto se ha hablado pero
tantos oidos sordos se hacen y de cuya constitucionalidad
dudan muchos miembros de la judicatura (cada día más) y que
ha originado que más de cien sentencias esten paralizadas
esperando que el Tribunal Constitucional dictamine el fallo
de las mismas pues sus Señorias se han inhibido de las
mismas ante su (reitero) dudosa “CONSTITUCIONALIDAD”.
Por desgracia todo en este pais se estudia con “números” y
los mismos nos indican que desde la entrada en vigor de la
mencionada Ley las cifras de “seres humanos” muertos han ido
aumentando muy significativamente poniendose en duda la
eficacia de la misma y la coordinación de las distintas
instituciones con competencias en este ámbito. No es de
recibo que una mujer ponga una denuncia por supuesto
maltrato físico o psicológico y sin aportar pruebas sus
Señorias dicten una orden de alejamiento por “sistema” sin
recabar pruebas y vulnerando (a tenor de lo que dicta la
ley) la presunción de inocencia sin más.
Todo ello ha llevado a que miembros de la judicatura como la
Exma Sra Doña María Sanahuja Buenaventura esté denunciando
la proliferación de denuncias falsas con el mero objetivo de
agilizar las rupturas y de camino poner de “patitas en la
calle” a la pareja. Un Auto Judicial que recoja una orden de
alejamiento no va a impedir que un hombre y una mujer se
vuelvan a reencontrar y reinicien la relación pues son
numerosos los casos en los que la propia mujer (hombres
también en muchos casos) piden al Juez que retire dicha
orden y que perdonan a su pareja. En algunos casos la
relación se reinicia con normalidad pero en otros la persona
que retira la denuncia ha sido de nuevo víctima de su pareja
ocasionando en algunos casos un fatal desenlace que desde
aqui quiero “repudiar” con todas mis fuerzas pues nadie
tiene legitimidad ni fuerza moral para “atentar” contra la
vida de otro semejante.
Creo que tantos juzgados de violencia de género no solo no
están arreglando la situación es más ni siquiera aliviandola
pues con una Ley tan punitiva no se consigue más que llevar
a situaciones extremas en las que muchas personas se toman
la justicia por su mano acabando con la vida de su pareja y
ya en muchos casos con la suya propia.
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