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OPINIÓN - LUNES, 8 DE JUNIO DE 2009

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Baja participación en las urnas

Las elecciones europeas no han despertado, una vez más, el mayoritario interés de los españoles... y por ende tampoco el de los ceutíes. Con casi 59.000 electores en la ciudad autónoma, el hecho de que la abstención se haya acercado al 70% supone un dato que además de preocupante es indicativo de cierto pasotismo ante la sensación de un Parlamento lejano que, sin embargo, resulta tan excepcionalmente importante para la vida cotidiana de las regiones europeas, entre ellas claro está Ceuta. Y esto es algo que no han sabido entender los ciudadanos ceutíes, algo achacable sin duda a una falta evidente de mensajes claros y de una campaña relevante de concienciación que debiera haberse iniciado en la mismísima institución europea y derivado a las distintas instituciones de ámbitos nacional, regional y local. La abstención siempre juega en contra de los intereses democráticos y, en última instancia, favorece la prevalencia y la existencia en determinados foros de minorías en cuyos idearios no se contemplan los intereses generales. Es lo que tiene la Ley D’hont y su aplicación práctica en caso de escasa participación electoral, como la que se ha producido.

En cualquier caso, la falta de información sobre la relevancia política de Europa entre la ciudadanía y sobre lo que Europa y sus fondos han contribuido para el desarrollo de Ceuta, pone claramente en duda la capacidad de las instituciones para hacer llegar al ciudadano lo que la Unión hace por esta región fronteriza. Eso, y que en este país, y en esta ciudad, el buen tiempo climatológico juega siempre en contra de la participación. La ausencia de ceutíes en las urnas obedece también a no perder un día de asueto en la playa, la piscina, en Marruecos o en la península determinándose pues una falta de compromiso hacia el futuro de un ente, que se siente lejano pese a su decisiva trascendencia en la realidad palmaria del día a día inversor, como locomotora de nuevas infraestructuras. Hay cinco años para trabajar mejor en pro de una verdadera conciencia europea, y habrá que empezar cuanto antes.
 

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