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OPINIÓN - DOMINGO, 7 DE JUNIO DE 2009

 
OPINIÓN / VENTANA ABIERTA

La ‘normalidad’ del aborto

Por Ángel de la Huerga


Todos sabemos que en muchos ambientes de chicas, urbanos y rurales, el aborto está considerado como un hecho normal, “liberador” de un problema inmediato sin más consideraciones. Que las posibilidades de abortar con facilidad les hacen ser más despreocupadas en sus actuaciones sexuales y que el ambiente de los mayores va ser propenso, o al menos comprensivo, con estas decisiones. La situación está tan “normalizada” que algunas mujeres utilizan el aborto como anticonceptivo. Se ha publicado recientemente que en la provincia de Cádiz, el pasado año, 42 mujeres han abortado por cuarta o más veces y no por ello parece que vayan a cambiar los hábitos.

Si recordamos que desde su despenalización en España se han contabilizado alrededor de un millón de abortos, y consideramos la participación o al menos el conocimiento complaciente en cada uno de ellos, deduciremos que son algunos los millones de personas involucradas en estos hechos y cuya conciencia y mentalidad habrán sido marcadas en un sentido determinado.

A título personal me atrevo a pronosticar que llegará el día en que se juzgará con gran dureza esta época histórica, en la que las madres mataban a sus hijos dentro de su propio seno, en forma parecida a como lo hacemos nosotros con los espartanos.

Si añadimos a todo lo que sobre el aborto hemos dicho, el tratamiento cosificado de los embriones humanos y en muchos casos su eliminación, y la tentación (materialización en casos conocidos) de eliminar ancianos o enfermos terminales, tendremos que concluir que en nuestra civilización occidental, no solo en España, se ha creado una urdimbre social que definió muy acertadamente nuestro papa Juan Pablo II como cultura de la muerte, donde todos los contravalores conocidos y secularmente rechazados por todas las culturas, se nos presentan ahora como un avance de la humanidad en un ejercicio de cínica progrenoia.

Cabe preguntarse, ¿cómo se está llegando a la aceptación social de todos estos y otros contravalores frente al sentir mayoritario de los ciudadanos educados en la dirección opuesta?

Ha sido necesario separar previamente al hombre de Dios para conseguir una autonomía de comportamientos ajustados a los gustos y deseos de cada uno, un relativismo moral en el que todo vale si es lo que me gusta o interesa.

Posteriormente separar la sexualidad del matrimonio y del amor, banalizándola hasta el punto de reducirla a un simple juego satisfactorio. Con estos planteamientos, fomentados desde medios interesados, no es extraño que los niños deseen participar cuanto antes en ese agradable juego, siendo ya, en algunas zonas de nuestro entorno inmediato, a edades preadolescentes.

Después en una sutil separación de los hijos de la influencia de los padres que permite la manipulación y el adoctrinamiento siempre de forma interesada. No por sutil resulta menos eficaz. Como paradigma tenemos los horarios nocturnos de nuestros jóvenes y adolescentes. ¿Conocen algún padre que esté de acuerdo con ellos?

La asignatura Educación para la Ciudadanía tiene como finalidad fundamental, perpetuar estas ideologías. Los padres que son conscientes de ello, están luchando por la objeción de una forma heroica y deben contar siempre con nuestro apoyo.

Estos planteamientos, junto a otros defendidos por la progresía, van siendo posteriormente afianzados por gobiernos de mayoría coyuntural que han ido colando y siguen colando, una tras otra, leyes sin consenso político ni aceptación social mayoritaria, con un concepto muy restrictivo de la verdadera democracia; leyes promulgadas no solo contra el sentir de la mayoría sociológica sino en contra de las recomendaciones de las instituciones y organismos del Estado especializados en los distintos temas. Estas leyes no son ya nunca derogadas por los partidos de la oposición cuando llegan al poder, en un ejercicio de calculada ambigüedad política. Así la sensación es que no hay marcha atrás.

En este sentido me gustaría conocer la influencia interna de las nominadas corrientes cristianas que existen en los partidos de izquierda. Les invito a que hagan un seguimiento individual de los que dicen pertenecer a esa corriente, en la próxima votación de la inminente nueva ley del aborto.
 

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