Se ha llegado al final, hoy es día
de votaciones y mañana será el análisis de lo que hubo en
las urnas. Es lo que tiene la democracia, en teoría, luego
en la práctica las cosas suelen ser otras, a veces muy
diferentes.
Atrás han quedado dos semanas que ya son historia, y no de
la mejor de este país, ahora lo primero será votar, a
continuación habrá recuento y tras esto se sacarán las
conclusiones, siempre son positivas para todos, incluso para
los que más perdieron, es algo que no sucede en ninguna otra
faceta de la vida.
Y no queda otra cosa, cada uno saca las conclusiones que más
le convienen, y en una sola cosa coinciden todos, sean los
resultados que sean los obtenidos: todos ganaron algo, y en
parte es posible que en su interior tengan razón, cosa que
viéndola desde fuera no solemos estar muy de acuerdo,
especialmente, los que nos habíamos colocado “ en la barrera
y con mantón de Manila”.
No voy a dar siglas, no lo debo hacer ahora, porque en día
de votaciones no hay que hacer publicidad de unos o de
otros, y creo que todos debemos jugar limpio.
Así, jugando limpio, estamos haciendo el juego, de verdad,
para que la democracia sea más clara, más sencilla y más
rentable, para todos. Lo otro es jugar con las cartas
marcadas y como nunca fui jugador, no voy ahora a hacerle a
unos su juego y a otros el caldo gordo.
El próximo día 15 va a hacer 32 años que yo iba a votar por
primera vez, tras muchos años de mi vida sin poderlo hacer
porque la política de entonces no nos permitía elegir a
nuestros representantes.
Desde entonces ya he votado unas cuantas veces y cada vez he
sacado algo nuevo de esas votaciones, casi siempre positivo,
y si me he equivocado, a los cuatro años he tenido la
oportunidad de rectificar. Aquí es donde está la democracia.
Ahora, hoy domingo, tengo, como todos los españoles mayores
de edad, una cita con las urnas. Por supuesto que iré a
votar y posiblemente pronto, pero no para hacer el juego a
nadie, votaré lo que en ese instante considere que es lo
mejor, nadie sabrá lo que he votado, pero con ello habré
cumplido con mi país y con la democracia, a la que los que
más agradecidos debieran estar son los que más la ultrajan.
Democracia, un término convencional, mal entendido por casi
todos, en su significado y en su realización. No comenzó en
occidente con Solón, fue Clístenes su verdadero campeón,
pero qué lejos estamos de lo que se pretendía, en esos
primeros pasos y en su puesta en práctica, muchos siglos
después, concretamente en el XIX, el XX y este siglo XXI. El
nombre es el mismo, el significado en absoluto.
De todas formas es lo que tenemos, es donde estamos, es
donde vivimos y lo más corriente es que quienes más y mejor
viven de ella son los que menos la respetan.
Las dos semanas precedentes así me lo han vuelto a
demostrar, y es que, también, en la democracia lo que más
impera es eso de “¿Qué hay de lo mío?”. Esperemos al lunes,
pero con los resultados, todavía, calentitos, esa frase que
tantas veces hemos comentado, será la primera que se empiece
a oír, especialmente en las sedes del partido que mejor
resultado haya tenido.
Hoy, como decía al comienzo, es el día de la votación,
mañana el de los análisis de los partidos, que algo
aportarán, y el de las reclamaciones de lo que cada uno está
esperando ya.
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