El tiempo está loco; el mundo
también. Y Gaia, aun esquilmada y agobiada sigue rotando,
incansable, sobre su eje, trasladándose y navegando en el
espacio infinito (¿o quizás será finito y en perpetua
expansión…? ¡Quien lo sabe!). Todo pasa y todo llega. Nacer
es empezar a morir hasta convertirnos al final en polvo que
un día, cuando el sol se apague convirtiéndose en una enana
blanca o antes, si la estúpida especie de la que formamos
parte no cambia, pasará a engrosar esa gigantesca polvareda
cósmica que viaja, en el espacio y el tiempo, desde la nada
al fin, desde el fin a la nada. La existencia es un hecho
puramente contingente y, en verdad, ningún motivo de peso
hay para que vivamos aquí y ahora, en lugar de en otro
tiempo histórico y bajo diferentes coordenadas geográficas.
Vivir en sí es, a veces, realmente insoportable.
“A última hora del miércoles o primera del jueves” según
fuentes de la embajada norteamericana en Bangkok, el actor
David Carradine, el carismático monje Kwai Chang Caine de la
serie televisiva “Kung-Fu” fue encontrado muerto, ahorcado
en extrañas circunstancias, en el armario de la habitación
de su hotel sito en la capital tailandesa, donde el veterano
actor se encontraba rodando lo que finalmente fue su última
serie, “Mental”, en la que el artista premonitoriamente
ponía la cara a un enfermo que se debatía entre seguir o
parar, entre la vida y la muerte. Para el portavoz de la
policía local, Carradine apareció “desnudo, colgado de una
cuerda anudada a varias partes del cuerpo”. ¿Homicidio
ritual…?; ¿suicidio asistido…?. Para su productor, Check
Binder, la inesperada muerte de David Carradine es algo
“estremecedor y triste”, pues el actor se encontraba con un
excelente estado de ánimo y no habría motivos aparentes para
que tomara la drástica e irreversible decisión como de
quitarse la vida. Para una de sus amigas y representante,
Tiffany Smith, “David nunca sería capaz de cometer un
suicidio”.
Nacido en una familia de actores, David Carradine, joven
inquieto y comprometido, se embarcó pronto en diferentes
experiencias vitales: enganchado un tiempo al alcohol y
otras drogas, militó en el movimiento “hippie”, optando por
la alimentación vegetariana y una vida sana, explorando las
posibilidades de las “comunas”. Instalado en Vermont como
peón agrícola, tanteó la posibilidad de hacerse granjero
aunque inclinándose finalmente por la música y la
interpretación teatral. Descubierto por el productor Jerry
Thorpe, protagonizó en 1971 la famosa serie “Kung-Fu”, dando
vida a un monje budista de ascendencia chino-americana
formado en el templo Shaolín, en China, país del que tuvo
que huir tras verse obligado a matar en extrañas
circunstancias a un miembro de la familia imperial. Al
contrario que su principal competidor, Bruce Lee cuyas
películas son un mero espectáculo de acción, Carradine
encarnó en “Kung-Fu” a un monje experto en artes marciales,
con gran hondura filosófica y de cuyo talante vital
trascendía una actitud hacia el mundo, imanaba una forma de
entender la vida… y la muerte. El suicidio, precisamente, no
encajaría ni tendría sentido en la actitud vital del
protagonista de la inolvidable serie, siendo inconcebible
tal duro desenlace en “Kung-Fu”. En cualquier caso, adiós
Kwai Chang Caine, hasta siempre “Pequeño Saltamontes”. ¡Que
la tierra te sea leve, David!.
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