Los vecinos de Fuente Caballo protestan ante “el abandono”
que dicen sufrir desde años por parte de la Ciudad; aseguran
que sólo 4 de las 12 viviendas son de propiedad privada, el
resto son municipales. A pesar de esto y debido al hecho de
no contar con una Asociación de Vecinos que los represente,
las reformas todavía no han aparecido en esta coqueta calle
de familias. “Es increible que una barriada tan céntrica
presente este estado; hay calles que se han reformado hasta
dos veces”.
Fuente Caballo es una barriada subterránea inundada por el
sol y los vientos; sus casas se desprenden bajo la ladera de
la calle Colón. Justo enfrente de la calle Ingenieros y la
recién inaugurada plazoleta Teniente Reinoso, se avistan
unas escaleras que desembocan en una calle en pendiente
hacia abajo y salteada por escaleras que una persona
discapacitada física o un carrito de niño serían incapaz de
sortear por sí mismos. Son 12 los portales afluentes a esta
calle y 12 sus familias. Rápidamente, uno siente que se
trata de una zona tranquila, familiar y coqueta. Las
macetas, las sillas, los animales domésticos y hasta el
bullicio humilde de sus vecinos incitan a refugiarse allí
del resto de la ciudad y su constante ajetreo. Sin embargo,
todo esto no impide que sus habitantes lleven varios meses
molestos ante “el abandono” que sienten por parte de la
Ciudad. “Hoy mismo me he encontrado al presidente y le he
preguntado que cuándo nos va a arreglar esto. Me ha
contestado que ‘muy pronto’, pero ya llevamos esperando
mucho tiempo”, explica una señora. También son muchos los
escritos que aseguran haber mandado al Palacio Autonómico.
Una señora permanece días y días en su casa, impedida por la
edad y con unas barreras arquitectónicas tan gigantes como
los molinos de viento que pintó Cervantes. Son unas
escaleras antiguas, del color del cemento y sin rampas. “Yo
también lo paso muy mal cuando tengo que subir con el
carrito del niño”, dice otra.
Los desconchones y el aspecto de las paredes adquieren su
máximo ‘apogeo’ cuando aparecen en el arco -el cristo, le
llaman ellos, por estar coronado con una cruz-. Este arco
está agrietado en numerosas partes. Desde el interior de una
de las viviendas, se observa cómo la pared de la cocina está
dañada ante el empuje de la mampostería del dintel del arco
y la hornacina. Esta casa es privada y exige que se repare
el espacio público para que su propiedad no se vea afectada.
“Los técnicos vinieron, pero hace más de un mes y medio y
todavía no tengo soluciones”, comenta.
Miguel, uno de los pocos hombres de la barriada critica que
son muchas las aceras que han sido reformadas hasta en dos
ocasiones y “esta calle tiene aspecto de carretera nacional
cutre”.
Fuente Caballo vive desde hace 100 años, cuando sus paredes,
entonces, albergaban un mercado de pescado. En vez del
conserje, de bares y de tenderetes, hoy día hay familias.
“Hoy mismo se vino a vivir ahí la primera persona, hace 79
años desde entonces”, comentó una señora.
La situación actual les ha llevado a pensar en constituirse
como asociación de vecinos. Quieren ser oídos.
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