La Federación de Organizaciones en favor de Personas con
Discapacidad Intelectual (FEAPS) ha apostado, en su tercer
año consecutivo, por la fabricación artesanal de salazones
como producto gastronómico distintivo de la ciudad. Con este
proyecto, la entidad contribuye a la inserción laboral de
dos alumnos del centro para negociar el producto entre los
comercios minoristas aunque las negociaciones con Eroski
están por cerrarse para distribuir estas delicatessen a
nivel nacional.
En su tercer año consecutivo, la Federación de
Organizaciones en favor de Personas con Discapacidad
Intelectual (FEAPS) ha decidido poner en marcha su centro
especial de empleo dedicado a la fabricación de salazón,
favoreciendo así la inserción de los alumnos y de forma
paralela, la venta de un producto característico de la
tierra.
Durante esta semana, los trabajos han comenzado con la
compra de “unos 600 ó 700 euros de pescado puestos a secar
todos los días para su posterior preparación”, explicó
Alberto Galet, director de Feaps, quien ha visto en este
proyecto de cada vez más ambiciones un doble objetivo: “es
muy positivo porque es el único producto local que se vende
con registro sanitario y código de barras además de fomentar
medidas para el empleo de personas con discapacidad”,
sintetizó Galet.
Tras haber distribuido el verano pasado casi 2.000 kilos de
salazones con beneficios que superaron los 6.000 euros,
FEAPS dará sus primeros pasos, en esta ocasión, en los
comercios minoristas. “Por el momento, uno de nuestros
usuarios se encarga de la fabricación y estamos mirando con
la Seguridad Social el contratar a un segundo que se
convierta en comercial para vender el producto en los
establecimientos locales”, adelantó Galet.
Después de conseguir el año pasado el registro sanitario y
el código de barras, a los salazones artesanos de FEAPS les
queda un asunto pendiente: su comercialización a través de
la marca Eroski. “Hemos mantenido conversaciones y
probablemente cerremos las negociaciones la semana que viene
para distribuir el bonito”, sintetizó el director de la
entidad.
La materia prima para la fabricación de salazones procede de
la lonja ceutí; en su primera fase el bonito es limpiado,
troceado y concentrado en sal durante unas horas. Luego, se
procede al secado de las piezas en el interior de unas
jaulas específicas que las separan de los insectos. Tras
varias semanas sometidos a los vientos de la ciudad, lomos,
lonchas y huevas son envasados. Y el proceso finaliza con el
registro sanitario y el código de barras del propio envase.
Esta exquisitez cumplió el objetivo de conquistar el paladar
de los visitantes en la Expo Zaragoza tras el encargo
realizado por la Consejería de Turismo, con la distribución
de 2.000 envases y otros muchos posteriormente en FITUR, la
Feria Internacional de Turismo.
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