En Francia la enseñanza no pasa
por buenos momentos. Durante el último semestre ha crecido
de manera significativa la inseguridad en las escuelas e
institutos de enseñanza media. El Presidente de la República
ha anunciado medidas de urgencias inmediatas.
El aumento de la delincuencia en las escuelas ha confirmado
un aumento inquietante: maestros agredidos a navajazos,
peleas entre bandos..
El Presidente anunció un rosario de medidas de acción
inmediata, que entrarán en vigor en un largo centenar de
barrios y colegios con problemas, para ir aplicándose a
distinto ritmo en toda Francia. Se propone generalizar una
práctica, que ya funciona a título experimental, en algunos
barrios de la periferia de París: nombramiento de un policía
especializado en delincuencia juvenil a cada colegio, que
trabajará a caballo entre la Dirección de la escuela ya la
Comisaría más próxima.
A la puerta de escuelas e institutos, deberán instalarse
instrumentos y personal de control de las carteras de los
estudiantes. Los directores de institutos y los policías de
cada escuela e instituto podrán registrar a los estudiantes
sospechosos.
En paralelo, la represión judicial aumenta
significativamente. La intrusión violenta en escuelas e
institutos no será una mera infracción, sino un delito con
circunstancias agravantes para el currículo escolar y
personal.
El Presidente considera indispensable acometer con prioridad
absoluta la “santuarización“ de todo el sistema escolar.
Está preparado para recibir todas las críticas que las
normas van a ocasionar, pero, pensando que todo ello es muy
lamentable, prefiere incrementar la seguridad, antes que
ocurra una tragedia, insistiendo en que son medidas urgentes
policiales en barrios con problemas. Es urgente una
colaboración más estrecha más estrecha entre la Policía y
los Centros Escolares.
En mis últimos años de docencia, ya aparecieron tímidos
signos de violencia, que nos hizo pensar que no quedaría en
eso. La alarma surgió entre los maestros, intentando frenar,
sin conseguirlo, lo que se veía extender como una mancha de
aceite. Recuerdo el comentario hecho por un joven compañero,
que insinuó que “dentro de unos años, para dar clases,
tendremos que recurrir al apoyo de un agente de la
autoridad.” ¡ Y a eso hemos llegado ¡.
Años antes se había producido en el centro una falsa alarma.
“En el patio del recreo, un grupo de alumno fue sorprendido
con una navaja plegable, de fina hoja y unos doce
centímetros de longitud. Jugaban peligrosamente con ella.
Una de las maestras, que vigilaba el recreo, se dio cuenta,
y al portador de la misma le invitó que le acompañara hasta
la Jefatura de Estudios. El alumno fue retenido, y su
justificación no era otra que haberla traído para
mostrársela a los compañeros para su uso en el “Día de la
Mochila”. La justificación no gustó y el alumno fue llevado
al Consejo Escolar, donde me correspondió incoar el
expediente sancionador. Puesto en marcha, inicié las
consultas pertinentes entre los compañeros del alumno
infractor. Uno de ellos dio con la luz salvadora para que el
compañero no fuese sancionado. “Maestro, creo que no procede
sanción alguna porque en clase de Plástica, la maestra nos
obliga a traer a cada uno un “arma peligrosa”, tan peligrosa
como la propia navaja: 30 “cuttteres”, y todavía no ha
ocurrido ninguna desgracia”. No dejó de ser una mera
anécdota.
Es posible que las medidas tomadas por la Presidencia
francesa para poner fin a la violencia, sorprenda a todos
los países democráticos, porque, al ser urgentes y por medio
de acciones policiales, van dirigidas a “delincuentes”,
según propias palabras del Sr. Presidente. ¿Son los
estudiantes delincuentes?. ¿No ha sido posible aplicar otras
medidas?. Porque se sintetizan, en más policías dentro y
fuera de la escuela, más represión, más controles, más
rapidez en la condena judicial, más diálogos directos entre
maestros y policías, acciones inmediatas sobre los barrios
peligrosos. Sin dudas es un atropello descarado a los
derechos humanos de los alumnos.
En nuestro país, salvo hechos aislados, el problema de la
violencia en las aulas no es tan grave. De momento, no se
han tomado medidas tan urgentes ni tan severas como en
nuestro país vecino.
Esos casos aislados, en muchos de ellos no denunciados
constituyen hechos delictivos. A veces con resultados de
pérdidas de vidas humanas. Recordemos dos casos muy
significativos, divulgados a través de esta página. En
primer lugar, la muerte de un profesor, atacado por sorpresa
por un alumno de su tutoría, cuando paseaba tranquilamente
por una vía poco transitada de Valencia. Las heridas
producidas ocasionaron la muerte irreparable del profesor.
El segundo caso el del niño Jokin, de catorce años, que se
arrojó desde lo alto de la muralla de Fuenterrabía. Suicidio
motivado por el acoso sufrido en la escuela. “No podía
soportar las palizas que recibía de su compañeros”. Así se
expresaba en carta dejada a la familia.
Es posible que con la llegada del nuevo Ministro, muchos
problemas de nuestro sistema se resuelvan. Afirma que toda
la sociedad debe implicarse. “Para educar a un niño, hace
falta la tribu entera”
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