La adopción de las estrictas
medidas policiales en territorio español a raiz de los
dramáticos sucesos acaecidos el pasado lunes 25 de mayo con
la muerte de dos porteadoras no son para que sean una
tomadura de pelo desde el otro lado de la frontera. Ayer,
entre las 09’00 y las 10’00 horas la policía española tuvo
que hacer uso de sus responsabilidades previamente
advertidas a las autoridades marroquíes. Si el Biutz se
cierra inesperadamente, se retrasa su apertura, o se
ralentiza su paso, inmediatamente se cierra el paso de
porteadores por el Tarajal hacia Ceuta. Dicho y hecho. Ayer
fue la primera vez en que los miembros del turno de la
mañana en la parte marroquí del Biutz metieron la pata y, en
su habitual desidia, ralentizaron porque así lo quisieron el
paso de los porteadores hasta frenarlo. En el interior del
polígono ceutí se acumulaban unas 3.000 personas y se
encontraban pendientes de entrar a Ceuta más de 3.000 más.
Dadas las circunstancias la policía española no pudo por
menos que impedir más accesos a Ceuta, con lo que a
Marruecos se le masificó de personal su zona. Es el juego de
absurdo porque esto no ocurriría si los compromisos se
cumplieran en su totalidad, y si el aduanero de turno dejara
de actuar individualizadamente y mantuviera el principio de
jerarquía fundamentalmente porque los jefes aduaneros
apuestan por la fluidez.
La medida de responsabilidad tomada por la parte española
sirvió para que la jefatura de la Aduana marroquí se
acercara hasta Ceuta. Cuando comprendió que el problema
estaba en su zona del Biutz la solución fue un coser y
cantar. De inmediato se abrieron las barreras hacia Ceuta
porque el Biutz volvió a la normalidad. Parece que esta
situación no volverá a ocurrir entre otras cuestiones porque
la policía española ya no va a permitir que el polígono se
colpase como consecuecia de los arbitrarios criterios del
aduanero de turno. La colaboración es total si las cosas
funcionan bien.
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