El Real Betis Balompié ha caído de
nuevo en el purgatorio (lugar donde se pasa la otra vida con
trabajo y penalidad) de la Segunda División del fútbol
nacional. Y es lastimoso que un equipo de la solera del
Betis venga a caer, por mor de diversas circunstancias,
nunca achacables a los deseos de sus dirigentes, técnicos y
plantilla de jugadores, en este pozo. Un equipo que nace en
1907 y que se crea formalmente en 1914 y al que el Rey D.
Alfonso XIII, bajo el mandato en el Club del presidente D.
Pedro Rodríguez de la Borbolla, le otorgó el título de Real,
uno de los mayores honores que existían en aquel momento y
del que no dispone su rival local el Sevilla F.C., corona
que mantuvo en su escudo hasta 1931 en que le fue suprimida
según decreto promulgado por la República, repuesto en 1947
y que bajo el mandato de Benito Villamarin en 1957 se
configuró en el actual escudo con la corona encima del
circulo que encuadra las dos letras (RB) en lugar del rombo
triangular de que estaba compuesto anteriormente, aun cuando
algunos no veían bien eso de las siete barras blancas y seis
verdes por aquello de la “mala suerte” atribuida al número
trece.
El rasgo que definía el “manquepierda” fue el desafortunado
camino de la Tercera División (otra de las fechas negras del
equipo) a la que descendió en 1947 y que supuso el
nacimiento de esta frase (¡qué gran favor le hizo al Betis
su descubridor¡ según nos comentó el entrenador Buenaventura
en una de nuestras visitas a la entidad) frase que, por otro
lado, define el ejemplo de fidelidad a un Club como es el
Real Betis que ha figurado en Primera División durante 46
temporadas, que mantiene una hinchada de la mas de 40.000
socios, una asistencia media al estadio en días de
competición de las mas altas de España, el cuarto equipo mas
solicitado en plataformas digitales, con mas de 350 peñas
repartidas por toda la nación (tiene entidades béticas en
Japón y Kosovo), siendo el equipo andaluz que primero jugó
en la división de honor del futbol español al que ha dado 26
internacionales.
Son horas bajas, también, para don Manuel Ruiz de Lopera
Avalos, Consejero Delegado de la entidad sobre quien recaen
ahora todas las culpas, olvidándose sus detractores (Béticos
del Villamarín) que fue quien “salvó al club de su
desaparición” (según sus mismas declaraciones), reponiendo
los déficits de la entidad del 2004 y 2005 que ascendían a
9.6 y 6,7 millones de euros, respectivamente, quien se
empeñó en la construcción de un nuevo estadio (aun sin
terminar las obras) y ha hecho y hace lo indecible porque el
club de sus amores figure en los puestos de honor del fútbol
español, cuestión que, quienes hemos “padecido la enfermedad
del directivo” reconocemos y nos consta cuan difícil se hace
conseguirlo.
De todas formas deseamos a los aficionados béticos una
pronta escalada con su vuelta a la Primera División y
utilizamos para ello el rasgo que define a sus hinchas como
una de las mejores aficiones de España: ¡Viva el Betis,
manque pierda¡.
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