Era hijo único. Y daba muestras
evidentes de ser maricón. Que así, sin cortarse lo más
mínimo y cuando mandaba Franco, llamaban los
heterosexuales a los homosexuales. La madre había asumido
que su hijo era canco, pero invocaba a todos los santos para
que no se destapara. Porque, si daba ese paso, estaba segura
de que su niño iba a saber lo que vale un peine.
En aquellos años, tristes, grises, enfermizos, y donde tener
hambre y frío era la nota predominante, los únicos que se
atrevían a declarar su homosexualidad eran los mariquitas;
nominados también como sarasas, afeminados, etcétera. Y casi
todos ellos eran muy populares en sus pueblos. Trabajadores
afanosos, gustaban de acudir a bautizos, bodas y demás
celebraciones caseras para darle rienda suelta a su
condición de comadre, que es palabra del caló gitano.
Muchas de las comadres, en cuanto se les calentaba la boca,
sacaban la lengua a pasear y daban nombres de personas que
iban de estrechas. Las clásicas vergonzantes, casadas y con
hijos, que por razones sociales o conflictos psíquicos,
vivían su homosexualidad a escondidas y temerosas de ser
descubiertas. Tampoco se libraban de las insinuaciones
algunos ricos, religiosos o cargos importantes, por ser
sospechosos de pertenecer al mundo rudimé, que diría un
gitano.
Entonces, en plena posguerra y hasta muy avanzado los años
70, no se usaba el modismo salir del armario que, aplicado a
las personas, significa: “Hacer de manera voluntaria y
pública la declaración de su homosexualidad”. Por razones
obvias. Y ni siquiera durante la transición lo tuvieron
fácil todos los que creyeron que había llegado el momento de
gritar a los cuatro vientos su condición de gay.
No hay más que leer lo que pensaba Tierno Galván (PSP)
al respecto. “La homosexualidad es un problema respecto al
cual hay que tener mucha comprensión. Se trata de personas
que han desviado sus instintos bien por razón biológica, por
razón social o, en muchos casos, porque no han tenido un
tratamiento psiquiátrico a tiempo... La homosexualidad debe
ser corregida porque no responde a los principios de una
sociedad estable tal como se entiende. Por lo menos desde el
punto de vista socialista revolucionario se comprende que la
pareja hombre-mujer es la determinada para llevar a cabo el
protagonismo histórico”.
Así pensaba el ‘Viejo profesor’. El mismo que siendo alcalde
no dudó en apoyar la ‘Movida madrileña’. Un despendolamiento
en toda regla que terminó causando estragos entre los
jóvenes que detestaban incluso los pocos valores que sus
padres habían salvado de los años dictatoriales. Por
consiguiente, culpar al PP de homofobia, por sistema, me
parece injusto. Ya que muchos de sus militantes no pensarán
como Tierno Galván. Y, por tanto, no comulgarán con esa
aversión a la homosexualidad. Me consta que en el PP -de
Ceuta- la orientación sexual de cada cual es muy respetada.
Como debe ser. Lo que no quiere decir que sus “gais” deban
salir del armario. Tal vez porque han decidido actuar más en
la alcoba que lucir en la calle la pluma que tienen. Y están
en su perfecto derecho. El mismo que les induce a no hacer
proselitismo del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Pues no todos los homosexuales están cortados por la misma
tijera. Axioma.
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