Como si se tratara de un hogar familiar cualquiera, Melilla
está regida por una serie de normas de convivencia cuyo
cumplimiento es vital para evitar problemas sociales y
garantizar así la cohabitación tranquila y pacífica de la
población.
La mayoría de estas normas están recogidas en una montaña de
ordenanzas municipales de la Consejería de Medio Ambiente,
que regulan aspectos tan diversos como la recogida de
basuras, el depósito de residuos de todo tipo, el control de
la contaminación y la limpieza de la vía pública y del
entorno natural, además del funcionamiento de
establecimientos comerciales y la convivencia social con los
animales de compañía.
Esto se une a otra gran cantidad de normas de tráfico que
todos, conductores y peatones, debemos cumplir nada más
salir de casa para garantizar la seguridad en algo tan
natural, habitual y necesario como es transitar por la
calle.
Entre las ordenanzas medioambientales y las normas de
circulación vial que hay actualmente vigentes, suman cientos
de reglas que, si el 100% de los melillenses cumplieran
siempre, conseguirían el engranaje perfecto en la
convivencia poblacional.
Algo que, lamentablemente, no ocurre por la falta de civismo
que impera en una minoría de la sociedad, lo que ha obligado
a la Ciudad Autónoma a crear unas unidades policiales
dedicadas exclusivamente a vigilar que todos los melillenses
cumplen de forma escrupulosa esta parte de sus obligaciones
como ciudadanos.
Objetivos: concienciar y educar
Desde hoy empiezan a funcionar operativamente las unidades
de Vigilantes Medioambientales y Vigilantes de Movilidad,
integradas por ocho y doce funcionarios, respectivamente,
que se encargarán de realizar esta tarea, hasta ahora
asumida por la Policía Local.
A partir de hoy, estos vigilantes se dedicarán a velar por
el cumplimiento de las ordenanzas de la Consejería de Medio
Ambiente y la normativa de tráfico, con el objeto no sólo de
sancionar con multas los gestos incívicos, sino también de
concienciar a la población de que esta conducta egoísta es
perjudicial para el resto de los ciudadanos.
Una labor que, a priori, se presenta un tanto ingrata por lo
que supone multar a los ciudadanos incívicos por
comportamientos que, en muchos casos, éstos pueden llegar a
considerar incluso normales.
Para ello, estas dos unidades de vigilantes están siendo
preparadas para el trato directo y cercano con los
melillenses con una formación muy específica a cargo de la
Escuela de Seguridad Pública. Su director, Diego Giner, es
muy claro al subrayar el importante papel que estos nuevos
vigilantes tienen en su misión de reeducar al sector de la
población que no cumple con las normas básicas de la
convivencia que deben regir en toda ciudad.
"Esta función, aunque ingrata, es necesaria para el buen
desarrollo de ciudad. Por eso deben hacer comprender al
ciudadano que la denuncia no es gratuita porque supone un
perjuicio para el resto de melillenses, y debe enseñarle a
comportarse de una manera más cívica", subrayó Giner.
De hecho, Giner recordó que la población de Melilla va
creciendo a un ritmo acelerado y si no se corrigen estos
comportamientos incívicos cuanto antes, "los problemas se
convertirán en acuciantes" para el buen desarrollo social de
la ciudad.
Ésa es la razón principal por la que la Consejería de
Seguridad Ciudadana decidió crear estas nuevas unidades
partiendo de la reciente funcionarización del Cuerpo de
Vigilantes de Servicios Generales.
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