Prosigue la gran “fitna”,
auténtica guerra civil, entre los palestinos. Nada nuevo por
lo demás, si bien tras la muerte de Yaser Arafat las
tensiones se han precipitado: por un lado con sus luces y
sombras, los “laicistas” de Al Fatah, la corriente “legistimista”,
agrupada alrededor del presidente Abbás y bien anclada en
Cisjordania; por otro, la sombra espesa del islamismo
extremista de Hamás, abiertamente insurgente, rampante en la
Franja de Gaza. Durante la noche del domingo, la ciudad
palestina de Kalkilya situada al oeste de Cisjordania sufrió
otro atentado por parte de las milicias islamo-fascistas de
Hamás, que no dudaron una vez más en atacar a las fuerzas de
Al Fatah, leales al presidente Mahmud Abbás (Abú Mazen). ¿El
resultado ésta vez?: seis muertos y, como lectura, el
evidente intento por parte de los islamistas de Hamás por
desestabilizar Cisjordania dejándola inerme para, a
continuación, asaltar el poder. En esta dirección lo que a
buen seguro no saben ustedes, estimados lectores, son los
viles y cobardes asesinatos de hombres y mujeres palestinos
perpetrados por los terroristas de Hamás durante el ataque
selectivo israelí a Gaza y en el que, lamentablemente,
murieron un buen puñado de civiles.
En este contexto de enfrentamiento entre dos corrientes
palestinas bien opuestas, simbólicas representantes de dos
modelos políticos harto diferentes, cobra especial
significado el sutil pero llamativo guiño del joven soberano
alauí Mohamed VI, Rey de Marruecos, Comendador de los
Creyentes y Presidente del Comité Al Quods (Jerusalén), al
legítimo y moderado Presidente de la Autoridad Nacional
Palestina, Mahmud Abbás. Anteayer domingo, Mohamed VI
recibía una llamada telefónica del Presidente Abbás, en el
que éste informaba al joven soberano marroquí (insistamos,
Presidente del Comité Al Quods) de los resultados de su
entrevista de alto nivel con el Presidente de los Estados
Unidos, Barack Obama. Mohamed VI aprovechó la ocasión, como
no podía ser menos, para renovar el apoyo marroquí a la
causa palestina por medio de su legítimo representante,
Mahmud Abbás presidente de la ANP, y el esfuerzo conjunto
por establecer un Estado palestino independiente y viable.
Por mi parte sigo defendiendo la oportunidad de
intermediación del Rey de Marruecos, en su doble calidad de
Emir de los Creyentes y máximo representante del Comité Al
Quods, además de otro detalle de vital importancia en la
otra trinchera del conflicto: la importante diáspora judía,
de origen marroquí, asentada en Israel y con gran peso en el
mismo. Sin ir más lejos, el profesor Shlomo Ben Amí,
político, parlamentario, segundo embajador de Israel en
España y ex ministro de Exteriores de su país, autor de
valiosas publicaciones académicas y fírmemente comprometido
con el proceso de paz, además de vicepresidente del Centro
Internacional de Toledo por la Paz (CIT), vino al mundo en
la luminosa ciudad de Tánger un 17 de julio de 1943…
Otro país-eslabón, “al-cántara” o puente entre Occidente y
Oriente, cuna de la forzada diáspora andalusí (judeosefardí
primero, morisca después), es precisamente el nuestro. Don
Juan Carlos I de Borbón, además de Rey de España es,
simbólicamente, Rey de Jerusalén… El por qué, hoy día, el
peso de España está a la baja en la comunidad internacional
y su capacidad de mediación en Oriente Medio está
infravalorada, sería tema de otra columna.
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