Parecía una misión imposible. Eran muchos los que tildaban
de quimérico el conseguir que el orden (cierto orden)
imperara durante una mañana completa en el polígono del
Tarajal. Pues ayer, el primer lunes de actividad tras el
fallecimiento hace una semana de dos porteadoras en una
avalancha en una escalera del polígono, se consiguió. Todo
ello en la víspera de la llegada a la instalación comercial
fronteriza de una nueva hornada de unidades de la UIP de la
Policía Nacional.
El primer ingrediente de la receta para el Tarajal está en
la frontera. La apertura de la puerta colindante entre el
paso fronterizo y una de las calles del Tarajal no se abre
hasta las 8.00 horas. Justo coincidiendo con el momento en
que inicia su actividad el Biutz, cuando las autoridades
marroquíes comienzan a dejar el paso. Ello evita convertir
las calles de la instalación en una olla a presión sin punto
de salida.
El intento de poner orden empieza fuera del polígono,
concretamente en uno de los principales accesos. La calle
está cortada desde temprano para el acceso de vehículos de
gran tamaño. Un vehículo de la Policía Local y dos agentes
velaban porque no hubiera problemas con la entrada del
tráfico rodado.
Mientras, las porteadoras, con la lección bien aprendida,
comienzan a colocarse en fila india desde ese mismo punto de
acceso. La primera de la cola está metros y metros más
adelante. Justo a escasos centímetros del paso del Biutz.
Eso cuando la Policía Nacional las deja pasar porque antes
la calle está cortada por una valla que marca el inicio del
viaje hasta Marruecos. Así, en una cola van recorriendo
serpenteadamente todas las calles del Tarajal. Justo al lado
de la cola y controlando de quince en quince
(aproximadamente), un agente de la UIP. Están para impedir
que nadie adelante puestos, para que la cola no se rompa ni
se pare y para dar el adelante o el alto a la circulación.
“Las cosas han mejorado un poco. Es cierto que ahora todo
está más controlado, hay un orden y no hay tanto alboroto
pero claro eso significa también que hay más control y que
todo vaya más lento. Un día bueno podemos sacarnos 15 euros
pasando bultos y uno malo apenas 5”, comentó una de las
porteadoras. Cuando se percatan de la presencia de un
periodista comienzan a murmurar y se perciben los nombres de
Zohra y Boussra, sus compañeras.
Más adelante, cuando ya se ha pasado la primera de las
vallas que cortan la calle de la I Fase del Tarajal llegan
las llamadas consignas. La actividad es frenética. Entran y
salen mujeres que buscan su bulto para ponerse en cola. Los
roces otrora acaecidos entre los comerciantes de esta
actividad y los agentes parecen ahora olvidados. Será porque
el caos desapareció. Incluso ayer hubo tiempo para la
relajación, por momentos, de algunos agentes. Entre orden y
orden a los porteadores se escapa algún comentario sobre la
última jornada de liga o el plan para la tarde. Ese
positivismo llega también a los comerciantes de la calle más
cercana al paso del Biutz. En este caso no se trata de una
consigna. ¿Puede vender con la calle cortada? Es la pregunta
que se le ocurre a uno. “La cosa está mejor. Ya no hay tanto
jaleo ni tanto alboroto. Ahora las cosas funcionan de otra
manera. Cuando sé que hay clientes salgo de la nave y voy en
su busca. Me los traigo y que compren”, declara. También
están quienes, en familia, atraviesan calle por calle, punto
de control por punto de control hasta llegar al almacén. Eso
se consigue con el beneplácito de los agentes. Ayer lo
obtuvieron.
El grupo de 45 unidades de la UIP de la Policía Nacional se
verá incrementado hoy con un refuerzo que doblará el número
de efectivos de las fuerzas y cuerpos de seguridad en el
polígono. Todo sea por mantener el orden y la calma. Si los
agentes sonríen, también lo harán los comerciantes, los
clientes e incluso los porteadores.
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