En incalculables ocasiones hemos
asistido expectantes a la propagación de acusaciones
infundadas provenientes de destacados miembros del partido
socialista así como, de sus medios afines en relación a
presuntos casos de corrupción, prevaricación y aptitudes
caciquiles de distintos representantes del partido popular.
En muchas ocasiones, apoyadas en las declaraciones o
manifestaciones negligentes de destacados servidores
públicos en busca de las correspondientes prebendas
provenientes del poder político.
Acusaciones, que en todas las ocasiones perjudican
gravemente la honorabilidad del personaje público difamado a
pesar de la demostración posterior de su falsedad.
Circunstancias lamentables originadas en todas las ocasiones
en situaciones difíciles de los gobiernos dirigidos por lo
socialistas españoles al carecer de la capacidad necesaria
para acometer las soluciones a los mismos. No obstante,
resulta interesante comprobar como en los últimos días estas
acusaciones han salpicado a destacados miembros del
Ejecutivo socialista por diferentes motivos.
Podríamos incluir entre estas presuntas irregularidades la
ampliación de las subvenciones provenientes desde el
ministerio dirigido por la ex presidenta de la Academia de
las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España,en los
peores momentos de la economía española desde el inicio de
la democracia, dirigidas a los artistas y cineastas de la
ceja que apoyaron en todo momento la candidatura socialista
capitaneados por los Barden, Ana Belén, Colomo, Álvaro de
Luna, Víctor Manuel, Bosé, etc. También, la concesión de una
millonaria subvención a una empresa andaluza, alterando la
normativa vigente hasta ese momento, dos meses después de
que ésta contratara como apoderada de la misma a una hija
del vicepresidente tercero, Manuel Chaves o quizás, la
utilización de aviones oficiales del Ejercito del Aire por
motivos electoralistas o asistencia a importantes “saraos”
de diferentes miembros del Ejecutivo socialista.
En definitiva, se cree el ladrón que todos los “seres
humanos” son de su misma condición cuando la historia nos
recuerda constantemente la realidad del partido socialista
desde sus inicios con Felipe González y Alfonso Guerra. Para
el recuerdo quedan las innumerables condenas dictadas contra
destacados miembros de esta formación por financiación
ilegal, enriquecimiento ilícito o terrorismo de estado. Una
formación para la que la mentira ha significado su principal
instrumento en la defensa de sus desacertadas políticas que
han llevado a la sociedad española a la peor crisis
económica de nuestra corta historia democrática.
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