El abandono de la mayoría
gubernamental por parte del PAM (con 46 diputados en el
Parlamento y otros 43 en la Cámara Baja) ha dejado al
gobierno de coalición liderado por el gastado Abbas El Fassi
en minoría y a culo pajarero. Aun así no es probable que
dimita, salvo ante la pérdida de una votación en el
Parlamento o la, más probable, intervención directa del
propio soberano alauí. Una fuente próxima al PAM me regaña
amistosamente, señalándome que no ha habido oportunismo en
la decisión del partido de El Himma, sino que fue fruto de
los obstáculos que han encontrado a la hora de presentar sus
candidatos para las próximas elecciones municipales, pasando
a explicarme algo por lo demás sabido: la decisión del
ministro del Interior, Chakib Benmoussa, de no aceptar como
candidatos a ninguno de los 70 diputados tránsfugas que,
desde la proclamación del nuevo Parlamento en 2007,
abandonaron sus formaciones políticas de origen para
integrarse una buena parte de ellos, con fino olfato,… en el
PAM. Recurrido el asunto, al final la Justicia marroquí
decidió no apoyar la medida tomada por el ministro de
Interior, pero el daño ya estaba hecho y el PAM, principal
partido afectado, salió por el fuero y por el huevo. Vale.
Si bien la campaña electoral comenzó ayer a medianoche,
desde primeros de año ya ha habido movimientos de índole
electoral. El más fuerte la inusual decisión de apartar de
su cargo el pasado febrero, por unas fruslerías, al
emblemático representante del PJD y alcalde de Mekinéz,
Belkora, mayúsculo escándalo del que este escribano se ocupó
con profusión en su momento. Ganador virtual en las últimas
elecciones nacionales (si bien el triunfo les fue arrebatado
subrepticiamente), los islamistas parlamentarios del PJD no
han dejado desde entonces de recibir zancadillas mientras,
puertas adentro, las tensiones tampoco han dejado de aflorar
llegando a sonadas dimisiones, como la del concejal Karrichi
en Tetuán, junto al cantado desencuentro con las bases del
parlamentario Amín Boukhoubza, también en la ciudad del
Dersa.
El próximo 12 de junio, treinta partidos políticos (algunos
sin representación parlamentaria) intentarán ganarse en las
urnas el favor de trece millones de electores (sobre un
censo total de población de treinta millones), que deberán
elegir en 221 municipios del país y 1282 comunas rurales a
27.795 representantes. ¿Qué dimensión podríamos dar entonces
a éstas elecciones…? Sobre el papel tienen una gran
importancia, pues por un lado marcarán la temperatura del
ascenso, freno o caída de la marea islamista, representada
por el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD),
decidido partidario de la renovación democrática y el
respeto a las reglas del juego; por otro, se verá el
desgaste del partido del Istiqlal en el poder, cuyos
tentáculos llegan a toda la geografía del país, mientras
finalmente se calibra el despegue de la nueva formación
política del PAM (Partido Autenticidad y Modernidad),
liderado por el ex ministro delegado de Interior, El Himma.
Si el dinero es el nervio de la guerra (Napoleón dixit), la
política tampoco anda a la zaga. Me lo confirmaban ayer
varias fuentes de confianza en el norte del Reino: “Se están
moviendo cantidades enormes de dinero, mucho dinero, parte
de él vinculado al narcotráfico. Habrá que estar muy atentos
y analizar con qué medios cuentan ciertas candidaturas”.
¿Nombres…? Otro día. Disfruten del Día del Señor. Salud.
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