Recientes descubrimientos de historiadores ávidos de acercar
detalles del pasado, indicarían que el postrero dictador
Franco perdió una gónada en una acción bélica en el Biutz
durante la célebre guerra de Africa.
Casi un siglo después, los fracasos derivados de la dejación
de funciones en los compromisos previamente adquiridos
servirían de excusa a elementos nocivos de esta sociedad
para preparar una acción quirúrgica puntual y extirpar los
atributos a los actores más débiles de esta ‘función’,
cargandoles las culpas de una acción generada precisamente
por la sucesiva dejación de responsabilidades que fueron
asumidas en una mesa de negociaciones seis años antes.
Podríamos remontarnos al inicio de la década de los noventa
cuando la corporación municipal de entonces proyectó la
construcción de un polígono comercial en las cercanías de la
antigua fábrica de la cerveza, una zona limítrofe por donde
transcurría la línea de separación entre España y Marruecos
donde todavía no existía la espectacular valla perimetral
que años más tarde debió levantarse para frenar la masiva
entrada de inmigrantes. Sólo recordar este dato para ubicar
en ese tiempo a las mentes que favorecieron en su día la
construcción de esa zona ideada primitivamente para ser
industrial que derivó en un espacio de almacenaje comercial.
Los responsables intelectuales de entonces, algunos de
ellos, se prodigan en la actualidad y sin ninguna vergüenza
en las más acervadas críticas por los dramáticos sucesos
vividos el pasado lunes. Pero, y que cada uno le ponga
nombre y apellidos a los que configuraban la corporación
municipal de aquella época, habría que iniciar el relato de
este malparido flujo de mercancías en 2002. Entonces la
frontera del Tarajal disponía de un acceso lateral -lo
recordarán- por donde discurrían porteadores en un número
infinitamente inferior a los que pululan en la actualidad.
Su separación por una jaula realmente indigna y peligrosa
era motivo de discordia permanente y controlada, por
entonces, por la Guardia Civil con competencias en materia
fiscal y paso de mercancías.
Añádanle los múltiples problemas que había en Benzú cuando
estuvo habilitado el paso de porteadores y los constantes
problemas que surgían como consecuencia de la actividad de
la Benemérita, acusada permanentemente de dureza soportando
constantes avalanchas en la zona. ¿La solución de Benzú?,
cerrar el paso. Dicho y hecho. Sólo quedó pues la ‘jaula’
del Tarajal. Dadas las complicaciones que se generaban en la
frontera y las constantes peticiones de los comerciantes de
las naves -deseosos de un paso alternativo por que el que
dinamizar aún más sus negocios-, en 2002 se proyectó un paso
alternativo que fue durmiendo el sueño de los justos, entre
otras cuestiones por las difíciles relaciones bilaterales
hispano-marroquíes (Perejil aparte).
Cambió el color político en Madrid y las expectativas en
cuanto a las relaciones entre los dos países motivaron
encuentros y buenas disposiciones de entendimiento, de modo
que casi dos años después, con el proyecto sobre la mesa en
la Delegación del Gobierno de Jerónimo Nieto, se iniciaron
encuentros con Marruecos. Mientras las grandes negociaciones
se hacían entre Madrid y Rabat, la puesta a punto de las
relaciones en la corta distancia se manejaban entre Rincón y
Ceuta.
En julio de 2004 se reúne por vez primera la comisión
hispano-marroquí. Fueron necesarias al menos tres reuniones
para sacar la ‘voluntad política’ de apertura del Biutz
adelante. La delegación española encabezada por el jefe del
gabinete de Jerónimo Nieto, rodeado de asesores de la de
Delegación y de los representantes de Policía Nacional y
Guardia Civil visitaron hasta tres veces a la delegación
marroquí formada por el responsable de seguridad de Tetuán,
el comisario jefe de Bab Sebta (ahora agregado en la
embajada marroquí en Madrid) y el jefe de la Aduana de la
frontera.
Para ser rigurosos, mientras la voluntad, el visto bueno y
los compromisos se tomaban con cierta ligereza, la Policía
Nacional advirtió en varias ocasiones, en esos encuentros,
de la problemática que podría devenir si lo comprometido por
todas las partes no se cumpliera. Es más, siempre señalaron
en la Policía Nacional su posición desfavorable por las
condiciones que, sobre el terreno, tenía el Polígono.
Finalmente imperó la voluntad política ante las presiones de
los comerciantes y para evitar el problema de la ‘maldita
jaula’ lateral del Tarajal.
Con el visto bueno y el compromiso de Marruecos de alinear
su parte del paso con obras a acometer, y la regularidad y
control en las horas de apertura del paso, la delegación
española trabajó su propia coordinación en Ceuta.
Para las tareas de control Policía Nacional, Guardia Civil y
Policía Local. A los comerciantes se les pidió colaboración
para mantener la fluidez.
El hecho final es que el Paso del Biutz se abrió en las
postrimerías de la época de Jerónimo Nieto como delegado del
Gobierno quien no se cansó de declarar públicamente que cada
uno de los actores comprometidos cumplieran con su cometido,
esto es Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local y
comerciantes. Eso sí, no pocas fueron también las peticiones
(no públicas pero sí privadas) al wali de Tetuán, a las
autoridades aduaneras marroquíes... Eran los finales de 2005
y ya había problemas de colas de 500 y 600 porteadores (qué
curioso). Sólo cuatro años después las colas y las
avalanchas las protagonizan ahora 15.000 porteadores.
De momento, y casi desde el inicio, la Guardia Civil se
liberó de esa responsabilidad; la Policía Local acudía
irregularmente con uno o dos zetas (insuficiente) y la
Policía Nacional empezaba a ‘comerse un marrón’ cada vez de
mayores proporciones hasta el punto que ya se necesita todo
un grupo de UIP (45 hombres) para controlar a 15.000
personas -técnicamente imposible- por las avalanchas y los
ritmos impuestos a voluntad por los aduaneros marroquíes
(retrasos en la apertura, cierres anticipados...) dejando a
miles de porteadores encerrados en el lado español o
permitiendo exclusivamente, cuando les viene en gana, el
paso a un tipo concreto de bultos. Es decir, para la Policía
Nacional todo el caos.
La presión que, por otro lado, ejercen los comerciantes de
los Polígonos, cuyas naves han permanecido irregularmente
abiertas y operando más de una década por acción u omisión
de la administración, no favorece la labor policial. Algunos
de los propietarios de naves irregulares se convierten en
consignas base desde donde los porteadores parten bien
pertrechados de bultos (el submundo y la ley impuesta, al
margen de la verdadera, campa a sus anchas). Los aduaneros
marroquíes saben cuándo dejar pasar a quiénes. Las marcas de
los bultos determinan el ‘pasaporte’ improvisado para el
control de la ‘remuneración’.
La Policía Nacional, como medida preventiva para un mayor
control fue alejando de la puerta a los porteadores para
mantenerlos ‘embalsados’ de algún modo pese a la falta de
espacio físico para un buen control de la masa, por ser
también, lo anterior, el principal hándicap que afectaba al
libre comercio.
La actuación de grupos organizados y estructurados para
procurar el mayor número de pases provocan avalanchas
fundamentalmente para desestructurar el orden policial
establecido. Añádase, por ser cierto, la idiosincrasia de
los porteadores que no están hechos para obdecer normas
mínimas de conductas, ni de respeto hacia sus propios
compañeros. ¿Resultado?, caos, descontrol, situaciones
límite.
¿Culpables?
Se trata de un caos de espectaculares dimensiones provocado
fundamentalmente por varias causas unidas en el
desbarajuste. Un erróneo cálculo estratégico cuando se
adoptaron medidas, desde la implantación de un polígono que
iba a ser concebido como industrial para la manufactura, en
el límite geográfico de Ceuta, y que se permitió su
reconversión en almacenaje sin control en sus aperturas
durante más de una década; añádase el error de reubicar un
paso a 200 metros de distancia de donde se concentra toda la
estructura de control de un paso internacional regulado por
Policía Nacional en su labor de vigilancia y documentación;
y la Guardia Civil en su control fiscal y aduanero; súmese
el error también de creer que los compromisos iban a ser
tomados por todos los actores, los de aquí y los de allí. Y
añádase a la lista cualquier otro relacionado con la mala
concepción de este área. Pero de ninguna manera - y habría
que ser usuario de la poca vergüenza, del cinismo y de la
hipocresía- podría admitirse que el culpable del caos y de
los sucesos dramáticos del pasado lunes son achacables a la
Policía Nacional, que por cierto fue la única que analizó
desfavorablemente los primeros estudios de la apertura del
paso del Biutz mientras que los demás actores aplaudieron,
ovación incluida, la medida.
¿Culpables?, ya dijo el delegado del Gobierno en su
inmediata comparecencia de prensa tras los sucesos, que ni
era el momento de buscar culpables, ni los había porque lo
ocurrido se circunscribía a los términos de “lamentable y
desgraciado acontecimiento... inevitable”.
¿Tiempo de tomar medidas?, sí; ¿de asumir compromisos
veraces?, sí; ¿de colaborar y respaldar a la Policía
Nacional?, sí
Nuevo proyecto
El nuevo proyecto previsto, anexo lateralmente al actual
Tarajal parece la mejor respuesta pendiente del visto bueno
de un Marruecos que debe tener excelentes relaciones con el
gobierno de España. De ser así y que finalmente se construya
para clausurar el Biutz, hará volver las aguas a su cauce.
La Ciudad deberá expropiar para crear espacios para los
porteadores, la Policía Nacional los controlará allí, y la
Guadia Civil los hará fluir por el nuevo acceso (controlando
o no lo que llevan los bultos que para eso son competentes
en la materia), y los comerciantes a vender, regularizar sus
negocios y adecentar sus espacios privados.
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El Biutz del nunca acabar *
Los técnicos policiales
acostumbrados al control de masas, los que conocían las
dificultades de su propia organización por lo escaso del
número de agente, advirtieron en su momento, al anterior
delegado del Gobierno, Jerónimo Nieto de la complicación que
se derivaría de la apertura del antiguo paso próximo a la
antigua fabrica de cerveza. El Biutz fue un asunto propuesto
y zanjado en el acto por el delegado del Gobierno Luis
Vicente Moro, pero reabierto y puesto en valor, de nuevo,
por Nieto tras la victoria del PSOE a nivel nacional.
Entonces, los problemas se centraban en los colapsos que se
originaban en la frontera del Tarajal –en el famoso tubo-
por donde debían pasar los miles de porteadores que a diario
cruzan hasta nuestra ciudad.
La apertura del Biutz, que conllevó numerosas reuniones con
el gobernador marroquí, se llevó a cabo. Parecía la panacea.
Los empresarios encontraron en esta nueva fórmula la
solución a sus problemas… pero no fue así. Pronto llegaron
los problemas derivados de lo que, en su día, advirtieron
los técnicos policiales. Problemas que no sólo no han ido en
descenso, sino que ha provocado complicaciones añadidas que
hacen insostenible para el empresario el mantenimiento del
Biutz.
Es un caos. Es un caos el Tarajal en toda su extensión –nos
referimos a las naves-. Se trata de un lugar no regulado, ni
circulatoria, ni administrativamente. Lo que se proyectó
para dar salida activa a una economía que miraba a
Marruecos, se ha convertido –por mimetismo, quizá- en el
desconcierto que es común en cualquier callejuela de
Castillejos. Ventas ambulantes, pícaros, cargadores,
cambistas. Naves que se convierten en refugios de quienes
portan según qué elementos poco aconsejables. Un submundo
que gira al amparo del aduanero marroquí de turno. Los hay
honrados que no ponen la mano para permitir el paso, pero
los hay habitualmente que la ponen y se erigen en los
auténticos señores del caos. Los principales damnificados,
nuestros agentes de Policía Nacional que tienen que soportar
el hecho de que enfrente se cierre el paso según el estado
de ánimo del marroquí. En definitiva, un desastre que debe
tener en algún momento fin. Parece que una nueva salida por
el propio Tarajal pudiera ser ahora la solución. Veremos
pues. Entre tanto, cada vez queda menos para que el país
vecino libere sus aranceles de importación, lo que devendrá
en un caos para su población que, al menos, se gana la vida
pasado mercancía desde Ceuta. Los empresarios ceutíes
también tendrán lo suyo, y lo venimos advirtiendo desde no
hace poco.
No hace falta añadir más.
* Reproducción del Editorial de El Pueblo de
Ceuta del 11 de diciembre de 2006
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