PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - JUEVES, 28 DE MAYO DE 2009

 
OPINIÓN / DIA DE LAS FUERZAS ARMADAS

En torno a la Bandera

Por Grupo Regulares 54


Está próxima la celebración del día de las Fuerzas Armadas de este año. Si bien ese mismo día, así como los previos, son jornadas en las que el pueblo español y sus Ejércitos se acercan mutuamente de una manera más íntima, es conveniente que nos detengamos siquiera brevemente para recordar que el pivote alrededor del que gira todo, y en el que confluyen los sentimientos que nos son comunes, es nuestra Bandera. Baste recordar que dentro de las diversas actividades de esta celebración nunca falta la celebración de un acto en el que específicamente se rinde homenaje al que quizás sea el más característico de nuestros símbolos.

La bandera como elemento unificador de sentimientos y voluntades es un concepto que viene de muy antiguo. Si bien su función inicial era identificar y distinguir a las fuerzas enemigas enfrentadas, hoy se ha convertido universalmente en el principal medio visual para la identificación de colectivos con objetivos comunes, desde equipos deportivos, pasando por organizaciones de todo tipo hasta, por supuesto, naciones.

El origen de la nuestra, en líneas generales y de forma muy resumida, ha sido el siguiente: Desde principios del siglo XVI hasta finales del XVIII los ejércitos del Rey de España, se identificaban en el campo de batalla con diversas banderas y estandartes. En ellos era común encontrar sobre diversos colores de fondo un aspa de otro color. Así la más conocida de estas enseñas es aquella en la se representaba sobre un fondo blanco, el aspa o cruz de San Andrés en color rojo. Sea como fuera el caso es que esta enseña se acabó convirtiendo, de forma casi espontánea, en la seña de identidad de los ejércitos españoles, para reconocimiento por las fuerzas propias y distinción por las de nuestros enemigos.

Es bajo el reinado del Rey Carlos III cuando se toma la decisión de modificar la enseña de la Armada para evitar las confusiones que tenían lugar en alta mar, entre navíos españoles y franceses, y que tan funestas consecuencias traían, con cierta frecuencia, para nuestros barcos. Ambas naciones usaban banderas de fondo blanco, pero no se podían identificar unas de otras hasta que no se visualizaba el escudo que portaban. Por real decreto firmado el 20 de mayo de 1785 se establecían los colores y su distribución para el paño distintivo de la marina de guerra, y que hoy son los de nuestra Bandera. Ésta se fue extendiendo progresivamente para su uso en arsenales, plazas fuertes, edificios oficiales, etc. al tiempo que convivían con otras propias de las unidades militares.

Es en el reinado de Isabel II, concretamente el 13 de octubre de 1843, cuando esta enseña, hasta el momento (y oficialmente) sólo específica de la Armada, se unifica para su empleo también por el resto de las fuerzas militares y se adopta como representativa de la monarquía española.

Finalmente la Constitución vigente consolida acertadamente y da continuidad a esta arraigada tradición en su artículo 4º.

Las recientemente promulgadas Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas establecen en su articulo 6 la, por otra parte lógica, obligatoriedad de todo militar de comprometerse en su servicio y total entrega a España mediante el juramento o promesa ante la Bandera.

La fórmula que regula este acto ha sufrido variaciones a lo largo del tiempo, fruto de los vaivenes políticos, pero en esencia exige al militar el máximo compromiso, el sacrificio y entrega de la propia vida, para defender los ideales nacionales representados en la Enseña Nacional.

Esta ceremonia por el que se adquiere un compromiso tan importante era sumamente popular no hace muchos años, cuando las filas de nuestros ejércitos se nutrían con varones sujetos a cumplir el servicio militar con carácter obligatorio. Sin embargo la evolución a un ejército profesional, parece haber activado en un amplio sector de nuestra sociedad el deseo loable de manifestar externamente su amor a España y su particular compromiso con la Patria mediante la participación en esta ceremonia de sentido y naturaleza eminentemente castrense.

De este modo se materializa la cristalina realidad, tergiversada en ocasiones por grupúsculos malintencionados o necios desconocedores, de que los símbolos de la Patria, en este caso nuestra Bandera, no son ni mucho menos exclusivos de las Fuerzas Armadas, si no que son patrimonio común de todos los españoles.

No obstante son las Fuerzas Armadas las que, con un ceremonial establecido, tienen el privilegio de rendirle su merecido tributo y honores.

Con carácter formal está regulado qué unidades militares tienen concedido el honor de usar Bandera. Esto que se da por hecho no siempre ha sido así. Sirva en este caso como ejemplo la primera Enseña Nacional concedida a una unidad de las Fuerzas Regulares Indígenas, el Grupo de Regulares de Ceuta nº 3, que desde su creación en 1914 y tras prácticamente 7 años empeñado en combate de forma intensa y continua, habiendo cosechado para España numerosos éxitos y glorias militares, y tras haber sufrido multitud de bajas, no poseía Bandera propia. Se le concedió por real orden de 2 de noviembre de 1921, aunque la entrega se celebró posteriormente, el 27 de mayo de 1923, en el Parque del Retiro de Madrid. La ceremonia fue presidida por SM el rey Alfonso XIII y la madrina fue SM la reina Victoria Eugenia. A reglón seguido, y de forma progresiva, se otorgaría ese derecho al resto de grupos de Regulares existentes, que lo tenían de sobra merecido como hoy día se puede corroborar con sólo detenerse en contar las condecoraciones colectivas que atesoran la Bandera del Grupo de Regulares de Ceuta Nº 54.

Es por lo tanto en ese sagrado símbolo en el que las unidades militares recogen el sacrificio y esfuerzos de sus componentes, cristalizado en muchas de ellas con las más altas condecoraciones militares, la Cruz Laureada de San Fernando y la Medalla Militar.

Pero para concluir volvamos al inicio de estas reflexiones, es en torno a nuestra Bandera donde se encuentran y hacia donde confluyen los afanes y desvelos, éxitos y ¿por qué no? fracasos y sinsabores, de todos los españoles. No olvidemos jamás, ni los más escépticos, que la Bandera de España simboliza la nación, que es signo de soberanía, independencia, unidad e integridad de la Patria y a la vez compromiso de su perpetuidad a través de los tiempos.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto