Ayer en Tetuán, mientras pergeño
estas apretadas líneas, tuvo lugar en los juzgados sitos en
la céntrica Plaza de la Justicia (a caballo entre el Colegio
Español “Jacinto Benavente”, popularmente conocido como “El
Jacinto” y la plaza Mulay El Mehdi, “plaza Primo” de toda la
vida) un interesante juicio en el que aparecen implicados
varios ciudadanos de Ceuta, ciudad querida, algunos de ellos
en verdad inocentes, algún otro no, pero del que tirando del
hilo y si alguien “canta” (y no precisamente “Asturias,
patria querida, Asturias de mis amores”, ¡hay Asturias del
alma…!) podría llegarse a desmontar una elaborada red de
falsificación de placas y tráfico de vehículos que
salpicaría de lleno, ¡ah jai, chof!, a una oscura secta
islamista radical que tanto yo como el avispado lector
sabemos, de notorio arraigo en esta ciudad. Digo. Por
consiguiente.
En Martil (el antiguo y entrañable Río Martín del
Protectorado), mi buen y querido amigo Francisco Jiménez
Maldonado (enhorabuena Paquito, hijo, por tus éxitos)
inaugura, en un acto presidido por el Cónsul General de
España en Tetuán, el honesto y laborioso Javier
Jiménez-Ugarte, la sala de exposiciones del finado artista
Martín Prado (nacido en Alhucemas como el candidato de UPyD
a las elecciones europeas, el profesor Francisco Sosa Wagner
al que les animo a votar), al que Paco y este escribano
tuvimos el gusto y el honor de tratar enorgulleciéndonos con
su amistad. Enterrado en el cementerio ceutí de Santa
Catalina, Martín Prado fue un hombre fiel amigo de sus
amigos, español hasta la médula firmemente comprometido a la
vez con el luminoso norte de Marruecos que le vio nacer,
discreto sin alharacas, de espíritu inquieto y excelente
comunicador. El entrañable acto tendrá lugar el próximo
viernes 20 a las 19.00 en el patio de la antigua Iglesia de
Martil, pudiendo degustar los asistentes un clásico té verde
con pastas del país. A la vez tendrán lugar dos importantes
eventos: por un lado se inaugurará una exposición de pintura
y escultura del artista tetuaní Taïeb Ben Kirán,
proyectándose a continuación una excelente película, “Los
Limoneros”, del israelí Eran Riklis, galardonada con varios
premios internacionales y que aborda, con sensibilidad y
valentía, los entresijos del enconado conflicto
árabe-israelí, abordándolo con unos parámetros en los que
prima la dignidad de la persona, del ser humano en sí, al
margen de sus creencias religiosas o nacionales, conformando
una alegoría de las complejas relaciones
palestino-israelíes. Si pueden no se pierdan el evento, de
paso que pueden darse un garbeo y hacer alguna compra por la
blanca novia de la Yebala. Tetuán siempre merece la pena.
Lejos, en Afganistán y en Paquistán, se está librando una
ardua guerra que será decisiva en la lucha contra el
terrorismo de factura islamista y de cuyo resultado
dependerá (algo que en la pánfila Europa no se comprende) un
futuro en paz. En España la corajuda Rosa Díez, líder y
diputada de UPyD (Unión, Progreso y Democracia), ha tenido
el coraje y la dignidad política de pedir la reapertura del
juicio del 11-M, cerrado en falso. Mientras, el Tribunal
Constitucional, sin ningún pudor y pasándose por el Arco del
Triunfo las irrefutables pruebas aportadas laboriosamente
por la Policía Nacional y la Guardia Civil, ha dado luz
verde a la lista política de ETA. ¡Joder, qué tropa!.
España… este país de mierda.
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