Además de conversaciones para renovar a los jugadores que
interesan de los que terminan contrato el próximo 30 de
junio, la directiva de la AD Ceuta mantiene contactos con
otros para que se sumen al proyecto caballa de cara al curso
2009/10. Entre ellos, algún ‘viejo’ conocido para la
parroquia del Alfonso Murube, como Aitor Martínez.
Mediocentro que el pasado verano se marchó al Atlético
Ciudad de Lorquí, tras permanecer año y medio en tierras
ceutíes, donde recaló en enero de 2007 procedente del
Puertollano.
A sabiendas de los contactos entre el club y el futbolista,
El Pueblo de Ceuta se puso en contacto con el jugador para
preguntarle por esta circunstancia, reconociendo éste haber
hablado “con gente del club”, quienes “me han mostrado
interés para que vuelva”. Eso sí, a partir de ahí, ese tema
“lo lleva mi representante”, apunta, abriéndose una
posibilidad que ve con buenos ojos, ya que “siempre he
estado muy agradecido a Ceuta”. Tanto es así que “por mí
encantado”, volver a vestir de blanco, a pesar de haber sido
uno de los jugadores que en julio de 2008 se vieron
obligados a hacer las maletas.
Indiscutible en Lorquí
Descartado por José Enrique Díaz, por aquel entonces
director deportivo de la AD Ceuta, el ex jugador caballa
firmó por el Atlético Ciudad de Lorquí del Grupo II de
Segunda División ‘B’, donde se convirtió en titular
indiscutible, disputando 36 partidos de los 38 de Liga
regular, perdiéndose únicamente dos y por sanción. Lo que
supone que, en lo deportivo, el catalán esté muy satisfecho
por la experiencia, tanto en lo personal como en lo
colectivo, ya que, en la primera temporada del club en la
categoría de bronce del fútbol español, el cuadro murciano
finalizó en la octava posición, después de haber estado
durante toda la campaña en la zona noble, con serias
opciones de fase de ascenso.
Esa fue la cara de la moneda, mientras que la cruz fueron
los problemas económicos que durante todo el año padecieron
en el vestuario de la entidad rojilla. Hasta el punto que en
la actualidad le deben entre seis y siete meses de contrato.
Una realidad difícil, ante la que “a ver si cobramos algo”.
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