Ayer por la mañana, cuando
caminaba por la ciudad, me topé con alguien que me conoce
muy bien. Y, tras los saludos de rigor, me preguntó de
sopetón: “Manolo, ¿por qué no le has dedicado ni
siquiera una línea a Izaskun Bernal, pese a que tú le
tenías tanta ley a su madre y además nunca has ahorrado
palabras elogiosas para la familia Cerdeira?”.
Confieso que dudé antes de responderle. Porque es cierto que
la candidata socialista al Parlamento Europeo, tan joven y
tan curtida ya en asuntos que se cuecen en Bruselas, merecía
una mención por mi parte. Ya que nunca había tenido la
oportunidad de referirme a ella. Pero me costaba trabajo
desembuchar la causa por la que no me había decidido a
hacerlo, hasta ese momento.
Mas, urgido por una pregunta que no esperaba, no tuve más
remedio que exponer el motivo que me había llevado a
mostrarme tan cicatero con IB. Aunque temeroso de que mi
conocido creyera que me estaba quedando con él. Y pudiera
mandarme allá donde el viento da la vuelta.
Mira, x, el hecho de que yo no haya dicho ni pío de Izaskun
no ha sido porque se me haya olvidado ni, mucho menos, por
falta de interés. De ningún modo. Y mucho más después de
verla estos días atrás, paseando la ciudad o sentada en una
terraza, convertida en una mujer con enorme garabato. Aparte
de los sentimientos ya expresados por su familia. No. El
problema es que tenía que referirme a su acompañante,
durante dos o tres días en Ceuta: el eurodiputado, Luis
Yañez. Y la verdad, aunque esté feo decirlo, la jindama
se apoderaba de mí.
Mi conocido, aunque socialista, es de misa diaria. Lo cual
es de una normalidad apabullante. Y si lo refiero es para
que sepan que no cree en gafes, aguafiestas, cenizos y
gentes de este jaez que a muchos nos llena de canguelo. Y,
por tanto, no entendió en absoluto por qué habría yo de
tener miedo de mentar el nombre de un político tan cultivado
y atiborrado de formación y distinciones.
Y me sinceré acerca de que, pensara él lo que pensara, Luis
Yañez ganó fama de estar gafado, desde el mismo día en el
cual entró a formar parte por derecho propio del ‘clan de la
tortilla’. Una fama que en vez de irse diluyendo ha ido
aumentando con el paso de los años, debido a que ha habido
hechos concretos que han dado pie a que los que creemos en
esas cosas pensemos que es algo consustancial a su persona.
Mi conocido, que oyó mi perorata a pie firme y sin mover un
solo músculo de la cara, aunque ésta le iba cambiando de
color, cuando acabé, me dijo que jamás se le habría ocurrido
pensar que yo creyera en cosas tan absurdas y tan
disparatadas. Creencias al alcance nada más que de gente
poco preparada. Y a punto estuve de meterme en un fregado,
de aquí te espero, al recordarle algo tan serio como la
razón y la fe. Pero pensé, en esos momentos, que lo mejor
era tener la fiesta en paz.
En fin, que ya saben ustedes el motivo que he tenido para no
dedicarle una columna a la candidata socialista al
Parlamento Europeo. Que ha sido por superstición. Lo cual es
superior a mis fuerzas. Ahora bien, si Izaskun Bernal, a
pesar de que le hayan endilgado la compañía de Yañez, como
animador de su campaña electoral, obtiene más votos que
Adela Nieto, candidata popular, entraré en razón.
|