Las querellas entre cargos del
mismo partido no se deben exclusivamente a motivos
políticos, sino que también juegan los personales, que no
son los menos importantes. La lucha soterrada entre
dirigentes de unas mismas siglas, la acaban sufriendo los
ciudadanos que son gobernados por ellos.
No es la primera vez que me refiero a los problemas que
causan dos gobernantes que se odian cordialmente. El ejemplo
más famoso lo tuvimos en Alcalá-Zamora y Azaña.
Ambos se odiaban cordialmente. Y fueron los pueblos las
víctimas de las debilidades de esos gobernantes.
Conviene recordar que en Ceuta, desde que se celebraron las
primeras elecciones democráticas, sólo un alcalde,
Fructuoso Miaja, fue capaz de mantenerse cuatro años en
el cargo. Nunca antes ni después había sido posible mantener
la estabilidad en el Ayuntamiento. Hasta que Juan Vivas
accedió al cargo, mediante un voto de censura, que le puso
en condiciones de participar en dos elecciones que ganó por
mayorías absolutas.
Por lo tanto, llevamos ocho años disfrutando de una
gobernabilidad palmaria y los logros que se han conseguido
son indiscutibles. Todo es factible de mejora. Porque
durante todo ese tiempo se han cometido errores, negarlo
sería absurdo, y existe también la sensación de que se
podían haber hecho muchas más cosas.
Es verdad que en la política, como en la vida, rara vez
actúa uno como desea. Y mucho menos como desearían los
demás. Y es que uno hace lo que puede. Y el gobierno
presidido por Juan Vivas ha hecho muy bien lo que ha
podido. Y sobre todo ha conseguido algo fundamental:
mantener a todo trance la estabilidad en todos los sentidos.
Juan Vivas es el candidato favorito para ganar nuevamente
las próximas elecciones. Cosa que está fuera de toda
discusión. Siempre y cuando decida presentarse. Si no lo
hiciera estaría metiendo a la ciudad en un buen lío. Un lío
gordo.
Debido a que actualmente es el único capaz de volver a
revalidar la presidencia con otra mayoría absoluta. Aunque
tampoco sería extraño que en el envite se dejara dos escaños
por el camino. Debido al escaso desgaste que haya podido
tener durante diez años cual presidente.
Sin mayoría absoluta, el PP sería acosado por otros partidos
que no están preparados para gobernar. Y el Ayuntamiento
volvería a convertirse en la Casa de tócame Roque. Como lo
fue durante muchos años. Donde la sala de los plenos se
convertía en corrala repleta de vecinos dispuestos a armar
la gresca por todo.
Para que Vivas quiera continuar queriendo ganarse el favor
de los ciudadanos es necesario que Pedro Gordillo
siga imponiendo el orden entre bastidores. Pues sabido es
que maneja el partido con mano de hierro. Y los dos, es
decir, el presidente de la Ciudad y el presidente del
partido, han de continuar formando un tándem.
Lo digo, con la única intención de que ambos deben estar
alerta ante quienes tratan por todos los medios de echarlos
a pelear. Porque si consiguen que lleguen a odiarse
cordialmente, no cabe la menor duda de que Ceuta será la
víctima de esas debilidades. Y, desde luego, ambos serían
culpables de que esta ciudad volviera a vivir tiempos pasado
en el Ayuntamiento. Es decir, escándalos por doquier y un
desgobierno bochornoso y peligroso. Oído al parche.
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