Tan rápido con su mano izquierda como con su mente, René
Lavand atracó ayer en la ciudad para ilusionar a los
ceutíes. Lleva más de 70 años haciéndolo y recorriendo todos
los lugares del mundo cargado de ilusiones. ópticas y de las
otras. Porque es un mago a la antigua usanza. Enamorado de
la baraja a la que reconoce debe demasiado, se prendó de los
naipes con apenas siete años y desde entonces no ha podido
ni querido soltarlos. Hoy presenta en Ceuta para poner punto
y final a su gira por España, el espectáculo ‘No se puede
hacer más lento’. Invitado por la Asociación de Artes
mágicas de Ceuta, el Siete Colinas acoge a las 20:30 uno de
los platos fuertes culturales de la temporada. Abracadabra.
Pregunta.- ¿Cuál es su carta favorita?
Respuesta.- Todas. Las 52 que me permiten ganarme la vida
como me la gano, conociendo gente linda como la que conoceré
hoy en Ceuta y durantemi actuación en el Siete Colinas.
P.- ¿Cree en la magia?
R.- ¿Magia? No sé qué es la magia. Para mí magia en la
fascinación del actor con la que logra la comunicación
artística y humana con su público. Eso es magia. Yo soy
experto en cartas. Nada más. Y nada menos porque quiero
mucho mi causa.
P.- ¿Cuántos años lleva haciéndolo?
R.- Perdí la cuenta pero si me dejas con una computadora...
le digo que empecé a los siete años, tengo ochenta...pues 73
años. De los siete a los nueve con dos manos. Y de los nueve
en adelante con una sólo porque tuve un accidente y perdí la
mano derecha.
P.- ¿Y la ha echado mucho de menos en su carrera
profesional?
R.- No, en absoluto. Al contrario. Eso creó mi propio
estilo. Aquellos vientos trajeron estas tempestades.
P.- Explíquenos la piedra angular de su modo de actuar: la
lentidigitación.
R.- Sí, como no. Presti-digitar lo dice la propia palabra...
Presti: velocidad, rapidez. Lenti: lentitud. Y mi estilo,
que por suerte lo logré y hace muchos muchos años, es hacer
las cosas con lentitud. Por eso escribí dos libros:
Lentidigitación 1 y Lentidigitación 2. Y por eso mi
espectáculo de hoy para todos los que quieran venir a verme,
se llama ‘No se puede hacer más lento’.
P.- Parece que adora la calma, la tranquilidad... ¿cree que
el mundo va muy rápido actualmente?
R.- Yo creo que sí, que dispara demasiado rápido. Cuando uno
dispara así no puede pensar bien. Pero bueno, es lo que hay
y no podemos cambiar las cosas.
P.- Más de 70 años dedicándose a ésto y observando las caras
de su público son muchos años. ¿Cree que la gente se
sorprende como entonces?
R.- No noto ningún cambio, en absoluto. Siempre se ha
sorprendido la gente frente a un buen efecto de ilusionismo
que yo llamo y ustedes llaman magia. Ha sorprendido y
seguirá sorprendiendo.
P.- ¿Qué truco se le resiste?
R.- Son muchas cosas las que se resisten en la vida de un
hombre. Nadie se puede dar por satisfecho y por completo en
esta existencia humana. Ni la muerte termina con las cosas
porque el mundo sigue andando y no para aunque uno quiera.
Así que no tengo frustraciones. Esa sería mi respuesta a su
pregunta. Ya he hecho demasiado y le debo mucho a la baraja
y a los públicos del mundo y particularmente a esta España
sur que estoy disfrutando aquí con la brisa mediterránea.
P.- Quedan pocos magos de chistera y conejo...
R.- Los conejos me gustan en estofado, pero si hay alguien
que me presente un buen truco de ilusión con un conejo,
bienvenido sea.
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Un mago que lleva 73 años sorprendiendo al público a través
de los naipes
Habla lento. Tranquilo y pausado.
Y juega tan bien con las palabras como con las cartas. René
Lavand es octogenario en edad y veterano en mucho. Y si los
refranes se cumplen debe ser un desdichado en el amor.
Porque en el juego no hay quien le gane. El maestro de la
Lentidigitación, un término apodado por él mismo en el que
el prestidigitador realiza sus trucos de manera pausada,
hace que el espectador que acuda a verlo, recorra los
rincones más increíbles del asombro con su poesía, sus
historias de vida, con la belleza de lo simple y sus naipes.
Es argentino y está manco. Un accidente que provocó que
tuviera que cambiar de estilo a los 9 años tras dos jugando
con las cartas y sus dos brazos. Perdió el derecho por un
accidente. Dice que de aquellos vientos, recoge tempestades.
La tempestad de crearse a sí mismo y practicar trucos y
trucos dejando de lado todos los libros que existían para
magos porque explicaban técnicas para prestidigitadores de
dos manos. Cree que los magos, como cualquier otra
profesión, han evolucionado. No importa lo que hagan si
termina sorprendiendo al espectador a través de la ilusión.
Eso es lo que mueve su mundo. Un mundo que ha llevado a
todos los rincones del planeta y del que no piensa apearse.
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