Se está llevando a cabo por la
Conferencia Episcopal Española una campaña para que aquellos
fieles que lo deseen o quienes reconozcan la ingente labor
que viene llevando a cabo la Iglesia, señalen con una equis
el lugar destinado en la Declaración del Impuesto de la
Renta al sostenimiento económico de esta entidad religiosa
cristiana que, por otro lado, inicia la ciada campaña para
que los contribuyentes elijan la asignación de este
porcentaje en vez de a “otros conceptos” a la Iglesia
Católica, haciéndose la salvedad que no corre a cargo de los
mismos esta ayuda, ni incrementa ni disminuye su aportación
o devolución, según el caso, sino que se deduce de la
recaudación que correspondería percibir a la Administración
Tributaria.
Y no está de más volver a recordar aquí la necesidad que
tienen, principalmente los menesterosos, y que con esta
aportación se vendrán a cubrir unos presupuestos que pueden
ascender a unos miles de millones de euros (¿30 o 40 mil
millones?) si valoramos las prestaciones y servicios que se
dan por las entidades cristianas a favor, no solo en nuestra
nación sino también en zonas de reconocida pobreza en los
lugares mas recónditos de la tierra, de la enseñanza con sus
acreditados centros escolares así también para atender, como
igualmente hemos comentado en alguna que otra colaboración,
la asistencia que se presta en hospitales y sanatorios de
enfermedades infecto-contagiosas (Hermanas de la Caridad),
centros de acogida de enfermos terminales y psiquiátricos
que no tiene cubiertas estas prestaciones por la Seguridad
Social (Hermanos de la Cruz Blanca), atenciones quirúrgicas
y tratamientos1 de deformaciones congénitas o malformaciones
traumáticas (Hermanos de San Juan de Dios), comedores y
casas de acogida para inmigrantes (¡cuan grande labor, dicho
sea de paso, llevó a cabo en este aspecto el Padre
Franciscano don José Borja, Párroco que fue de la Iglesia de
Nuestra Señora de África, primer iniciador de la atención a
estos inmigrantes totalmente desamparados y privados de toda
ayuda y socorro, y que mal le pagó este pueblo…¡),
desvalidos residentes (incrementados considerablemente en
estos tiempos de crisis y paro obrero), drogodependientes y
ex-carcelarios que acuden a estos centros gestionados por la
Iglesia donde son atendidos en sus demandas de las mas
perentorias necesidades sanitarias, de vestido y
alimenticias todo ello sin distinción de raza, color,
religión, ni inclinación política, y sin que sea preciso
quitarse la corbata para ello, aparte de la asistencia
religiosa a mas de mil millones de seguidores de la doctrina
de Jesucristo repartidos por el orbe terrestre.
Por todo ello, si nos sentimos solidarios con los mas
necesitados, por el solo hecho de reconocer y aportar
nuestra ayuda a quienes directamente se encargan de
facilitarlas a través de la vía fácil de la Declaración del
Impuesto de la Renta de las Personas Físicas rellenando la
casilla correspondiente, habremos cumplido para que puedan
cubrirse, por medio de aquellos que tan humanitariamente
dedican su tiempo y fuerzas, principalmente sacerdotes,
monjas y seglares sin otro interés que el servicio a Dios,
las acciones que tienen para si encomendadas y que se
cubren, como queda dicho, con las aportaciones
presupuestarias del Programa para el Sostenimiento Económico
de la Iglesia Católica a través de la citada Asignación
Tributaria del I.R.P.F.
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